PINOCHO EN EL CINE

CARLO COLLODI Y SU FAMOSA NOVELA
Carlo Collodi (1826-1890), seudónimo de Carlo Lorenzini, fue traductor al italiano de los cuentos de Charles Perrault, periodista político de tendencia liberal, censor teatral nombrado por el gobierno, fundador del periódico satírico Il Lampione y, sobre todo, un escritor especializado en literatura infantil que se hizo mundialmente famoso con su novela Las aventuras de Pinocho —titulada originalmente Historia de un muñeco, 1882— cuya primera edición ilustrada fue publicada en 1911.
En este libro demostró sus dotes de ingenio y humor. Con gran fluidez narrativa inventó —en forma de episodios— las fantásticas aventuras del travieso Pinocho, un muñeco de madera esculpido por un pobre y viejo carpintero, Gepetto, convertido mágicamente en niño de carne y hueso que se ve implicado en varias situaciones de peligro debido a su carácter díscolo y a su negativa a ir a la escuela.
La gran imaginación volcada por Collodi en las diversas peripecias del protagonista viene aparejada a la carga de didactismo y afán aleccionador (la moraleja) que caracterizaron los cuentos y fábulas, muchas veces con intervención de animales, destinadas a la educación y entretenimiento de los niños desde el siglo XVII al XIX (Perrault, los hermanos Grimm, Andersen, La Fontaine, Samaniego, etc.). Pero en Pinocho Collodi modera las habituales dosis de sadismo y terror —el miedo al maestro partidario de “la letra con sangre entra” y la fobia al colegio del alumno tentado de hacer novillos como consecuencia del traumático ámbito educativo— sustituyendo el tradicional autoritarismo por una disciplina humanista basada en una combinación del hogareño amor paterno-filial —Gepetto como padre y el hada en funciones de madre— y una obediencia voluntariamente asumida por el menor. Pese a todo, estamos aún lejos de la moderna pedagogía instituida progresivamente en el siglo XX, la fundamentada en la respetuosa y fecunda relación de los adultos (progenitores y maestros) con los pequeños y en el aprendizaje de un correcto ejercicio de la libertad personal gracias al diálogo permanente, el obligado uso de la razón y el respeto a las iniciativas del propio educando.
Del popular libro de Carlo Collodi —a cuya fama universal ha contribuido no poco la película de Walt Disney— se han hecho muchas adaptaciones y versiones, algunas de ellas muy libres y alejadas de la letra y el espíritu del original literario.
1.- PINOCHO (Walt Disney / Hamilton Luske y Ben Sharpsteen, 1939).
Segundo largometraje en color de la factoría Walt Disney, un éxito mundial que popularizó el relato de Carlo Collodi y se convirtió durante mucho tiempo en un modelo a seguir por el cine destinado a los niños. Su coste de dos millones y medio de dólares —una fortuna en la época— permitió al film alcanzar una gran perfección técnica perceptible en su diseño gráfico, planificación, color, ritmo narrativo —aunque demasiado lento y solemne según los cánones actuales— y música: una de sus canciones ganó el Oscar en la especialidad.
El Pinocho disneyano se convirtió en el paradigma de un cine cargado de imaginación y de magia, pero también se constituyó en el cuento sustentador de la metáfora de un mundo real en donde la inocencia se ve amenazada por multitud de peligros: la maldad humana, el abuso del más débil, la avaricia, la explotación, etc. El personaje de Pepito Grillo personifica la norma que va dictaminando sobre la rectitud o la improcedencia ética de la conducta del protagonista, conformando su conciencia, su sentimiento de culpa y la necesidad de rectificación. Sus mentiras producen el alargamiento inmediato de su nariz: el pecado no puede ocultarse, todos lo van a percibir.
La explícita moraleja que fundamenta la función aleccionadora de la película —cuyos principales destinatarios son los niños— la convierte en un relato demasiado contaminado de un conservadurismo moralizante y de una blandengue sensiblería, con un sentido poético kitsch y algunos recursos exageradamente terroríficos. Hay mucha más manipulación que reflexión. No se deja a los pequeños espectadores que piensen libremente y saquen sus propias conclusiones, aun admitiendo que podrían necesitar cierta orientación, una mayor experiencia, para poder elegir en cada momento la mejor de las opciones.
2.- PINOCHO EN EL ESPACIO (Ray Goossens, 1965.
Primer largometraje belga de dibujos animados, coproducido con Estados Unidos, de tono futurista y destinado a un público infantil aunque demasiado elemental y acaramelado. Se introducen elementos de carácter fanta-científico pero manteniendo el referente de la fábula original con la transformación final del muñeco de madera en niño de carne y hueso.
3.- LAS AVENTURAS DE PINOCHO (Branko Ivanov y Divicenko. Años 70).
Película soviética de animación que se inspira en el libro de Carlo Collodi aunque con un sello más moderno y social aplicado a los personajes y aventuras del relato original. Con un acompañamiento musical muy cuidado, el doblaje de la película se ha realizado a partir de su versión italiana pero apenas se facilita información de sus datos artísticos y técnicos, quizás por tratarse de la producción de un país situado tras el “telón de acero”.
Hay una buena elaboración formal —dibujo, expresiones faciales, sombras, ritmo, etc. — y apenas aparece el personaje-conciencia, genuinamente moralizante, de Pepito Grillo además de haberse atenuado los habituales elementos melodramáticos y terroríficos. En cambio, se presta atención a las condiciones de vida de la gente corriente —miseria material y falta de una educación básica—, subrayando la avaricia de los ricos y poderosos, la necesidad de una escuela infantil y la importancia de la higiene personal. Un cuento que no olvida su función didáctica y el peso de la ideología.
4.- LAS AVENTURAS DE PINOCHO (La casaca de oro) (Luigi Comencini, 1972). Nino Manfredi, Franco Franchi, Ciccio Ingrassia, Gina Lollobrigida, Vittorio de Sica.
Cuidada coproducción de las televisiones italiana y francesa con guión de Suso Cecchi D´Amico, fotografía de Armando Nanuzzi y decorados de Piero Gherardi. Originalmente constituye una serie de cinco episodios —programada dos veces por TVE— de los que se hizo una película de 131 minutos, reducción que afecta a la coherencia y el ritmo del relato exhibido en las salas de cine.
Se trata de una estimable adaptación del cuento de Carlo Collodi, bastante libre y con exclusión de los elementos particularmente conservadores y sadomasoquistas propios de la literatura infantil decimonónica. Su lema: “enseñar deleitando” con buenas dosis de imaginación y de un sano didactismo.
Se ha evitado tanto el idealismo que distorsiona la realidad como el represivo tono aleccionador presente en tantas obras educativas dirigidas a los niños, no olvidando mostrar la pobreza y el analfabetismo del pueblo, la injusta diferencia de fortuna entre las clases sociales, la mezquindad humana y la necesidad del estudio y el trabajo en orden a la realización personal.
Un discurso coherente y bien integrado en la aventura que postula la honradez, el afecto y la solidaridad sin recurrir a forzados pegotes de moralina.
5.- LAS AVENTURAS DE PINOCHO (Giuliano Cenci. Años 70).
Producción italiana de animación realizada en la línea estilística de Walt Disney. Aun siendo una adaptación ortodoxa y bastante fiel al libro de Carlo Collodi, el film peca de una gran pobreza imaginativa ya que las fórmulas narrativas utilizadas resultan repetitivas y son las mismas en las diversas secuencias. La moraleja final subraya la ejemplaridad del relato, insistiendo en la necesidad de la obediencia de los pequeños a sus mayores.
6.- PINOCHO (Ron Field y Sid Smith, 1976). Danny Kaye, Sandy Duncan, Clive Revill.
Esta producción estadounidense es un film realizado para la TV en clave musical, resultando bastante brillante y divertido. El relato de Carlo Collodi aparece como parte de una representación teatral a la que se incorporan un prólogo y un epílogo de corta duración. En la pieza escénica un padre y su hija —actor y actriz, respectivamente— plantean y resuelven idéntico conflicto generacional que el que afecta a Pinocho y a su creador Gepetto. No falta el alegato a favor de la buena conducta, la reprobación de la mentira y la necesidad de adquirir un bagaje cultural.
7.- LAS AVENTURAS ERÓTICAS DE PINOCHO (Corey Allen, 1977). Alex Roman, Dyanne Thorme.
Disparatada producción USA realizada con muy escasos medios y en clave de porno blando (soft). Para su distribución española se le otorgó la clasificación “S” ya que, esta vez, la nariz de Pinocho es también de madera pero tiene la forma de un pene que le crece desmesuradamente —como castigo— cuando lo utiliza sexualmente en las ocasiones en que frecuenta a prostitutas.
Torpe parodia que estropea todo atisbo de placentero erotismo con la pudibundez de unas imágenes nada sensuales que se resuelven en alegato moralizante. Finalmente un hada premia a Pinocho devolviendo las dimensiones normales a sus atributos cuando éste decide ir en busca de la virginal Gepetta.
8.- PINOCHO, LA LEYENDA (Steve Barron, 1996). Martin Landau, Udo Kier, Geneviève Bujold.
Coproducción europea que ha procurado mantenerse fiel al relato de Carlo Collodi. El director de fotografía Juan Ruiz Anchía ha contribuido a que la mezcla de realismo y fantasía alcance un resultado satisfactorio, con la meritoria ayuda de unos decorados y un vestuario dignos de mención. Además de ficción a cargo de actores y actrices hay en el film una parte de animación de la que se ha responsabilizado Jim Henson (Cristal oscuro y Dentro del laberinto). El problema es que falla la fluidez narrativa, la continuidad entre las distintas secuencias, por culpa de una puesta en escena bastante plana y rutinaria que no potencia adecuadamente la fuerza expresiva y la tensión dramática de las escenas.
9.- PINOCHO Y GEPETTO (Michael Anderson, 1999). Martin Landau, Udo Kier, Sarah Alexander.
Continuación, a modo de segunda parte, de Pinocho, la leyenda (Steve Barron, 1996) donde se inventa una nueva aventura del muñeco, un personaje rebelde o simplemente travieso según sea el punto de vista de quien lo juzgue. En esta ocasión Pinocho emprende una arriesgada misión con el fin de salvar a Gepetto, que ha caído gravemente enfermo. Pero pese a la presencia de Tom Sheppard en el guión y de Ennio Guarnieri en la fotografía, el film resulta excesivamente maniqueo y moralizante.
10.- PINOCHO 3000 (Daniel Robichaud, 2004).
Película de animación, una versión muy libre, futurista, del libro de Carlo Collodi. Gepetto y un pìngüino cibernético crean un robot en forma de niño (Pinocho) al que desean convertir en un ser humano de carne y hueso. Discreto film para el público infantil elaborado con un diseño gráfico original pero que acaba resultando demasiado reiterativo, tópico y maniqueo. Se abusa de las persecuciones, incesantes, que remiten a la estética mecanicista y chata de los videojuegos.
11.- PINOCHO Y SU AMIGA COCO (Anna Justice, 2013). Mario Adorf, Morita Ross, Ulrich Tukur.
Producción alemana que mezcla escenarios naturales, actores vivos y fragmentos de animación. Gepetto es un solitario anciano que fabrica al muñeco Pinocho para que le haga compañía y el Hada Azul convierte su deseo en realidad dando vida a la figura tallada en madera. Carece de valores éticos y estéticos dignos de mención.
12.- PINOCHO (Matteo Garrone, 2019). Federico Ielupi, Roberto Benigni, Gigi Proietti.
Inteligente y cuidada adaptación del cuento de Carlo Collodi, con una hábil puesta en escena que evita los excesos truculentos y melodramáticos de anteriores versiones. Hay una convincente mezcla de realismo —la Italia campesina pobre del siglo XIX— y fantasía —personajes y situaciones imaginarias, incluyendo algunos animales—. Se evita recurrir en exceso a la creación digital (imágenes virtuales) optando por una esmerada y funcional utilización de la escenografía y el vestuario.
Roberto Benigni es el bondadoso carpintero que se convierte en “padre” del muñeco Pinocho que cobra vida mágicamente y al que colma de ternura y afecto. Pero éste prefiere correr sus propias aventuras y abandona la seguridad del hogar teniendo que sortear multitud de peligros.
El film se estructura en secuencias siguiendo los capítulos del libro para mostrar el descubrimiento del mundo y la ardua tarea de aprendizaje llevada a cabo por el protagonista. Pese a la dificultad para dar coherencia y continuidad a las sucesivas escenas —espacios imaginarios—, la película se ve con agrado hasta llegar a su desenlace: Pinocho, arrepentido tras una serie de arriesgadas experiencias acaba felizmente sus aventuras reencontrando a Gepetto y decidiendo portarse bien en el futuro. Un final aleccionador sustentado en dos instituciones como la familia y la escuela.
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