(4) SOBRE LO INFINITO, de Roy Andersson.

LA TRAGICOMEDIA DE LA VIDA
Del veterano cineasta sueco Roy Andersson (Göteborg, 1943) ya habíamos podido ver tres de sus cuatro películas: Una historia sueca de amor (1970), La comedia de la vida (2007) y Una paloma se posó en una rama a reflexionar sobre la existencia (2014). Su original e inconfundible estilo no puede sorprender, pues, a los escasos pero exigentes cinéfilos que acuden a la proyección de Sobre lo infinito, León de Plata a la mejor dirección en el festival de Venecia 2019, un reducido film de 78 minutos rodado —como todos los suyos— en el estudio del propio realizador-productor y sometido posteriormente a un laborioso tratamiento digital.
Su última película se estructura como una sucesión de tableaux vivants, una serie de sketches constituidos por un solo plano-secuencia y separados por dilatados fundidos en negro, filmados con cámara fija —sólo se aprecia un leve movimiento panorámico—, por lo que el conjunto constituye una colección de micro-relatos a modo de mosaico que utiliza como piezas a varios personajes en papeles de arquetipos humanos.
Los encuadres son de una precisión milimétrica y su función es tanto la de describir el entorno físico y social como la de expresar el desquiciamiento que afecta a unas personas que, casi inmóviles, son observadas con distanciada frialdad mediante una iconografía que remite tanto al teatro de Samuel Beckett como al universo pictórico de Edward Hopper, Marc Chagall y Otto Dix.
Sumido el film en una melancolía de resonancias tragicómicas, Sobre lo infinito centra su atención en la paradójica contradicción entre las miserias de la condición humana y la belleza de la vida recurriendo al sarcasmo, el absurdo y la ironía para transmitir una mirada sobre el militarismo, la agresividad, la neurosis, la religión, la incomunicación y el amor, representado éste por la alegoría de una pareja de amantes que, abrazados, cruza el firmamento, imagen poética (Chagall) que contrasta con la sordidez de la existencia cotidiana.
Roy Andersson fue alumno de Ingmar Bergman —que no confió en sus aptitudes para el cine— y se convirtió en cotizado realizador de spots publicitarios con los que aprendió los mecanismos de la sintaxis audiovisual y de la síntesis narrativa además de permitirle financiar sus propios largometrajes como “autor” dotado de plena libertad para transitar por los exquisitos y minoritarios caminos del ensayo, la vanguardia y la experimentación formal.
Maestro del minimalismo expresivo, el realizador sueco ha abordado una vez más la presencia de una sociedad compleja poblada por personas atribuladas donde coexisten el absurdo y la crueldad, la angustia y el humor. En esta ocasión es una mujer la que —junto a un hombre que la acompaña— contempla desde una colina la ciudad devastada por —al parecer— la guerra, encargándose ella de enlazar las diferentes historietas (situaciones) con la frase “Yo vi…”, evocando así a la recitadora de cuentos Scherezade en Las mil y una noches. Excelente fotografía elaborada con predominio de los tonos grises y pastel.
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