(3) SINÓNIMOS, de Nadav Lapid.

EL DESENCANTO
Esta coproducción entre Francia, Israel y Alemania viene a confirmar lo que ya pudimos apreciar en La profesora de guardería (2014), película premiada en el festival de Sevilla en la que Nabav Lapid demostraba poseer un estilo tan personal como fuera de lo ordinario. Una voluntad autoral que se ha acentuado ahora en su nueva obra, elaborada con abundantes elementos autobiográficos. El director había servido en el ejército, estudió filosofía, fue cronista deportivo y escritor de cuentos antes de marchar a París y ser rechazada su pretensión de ingresar en una escuela de cine, teniendo que optar por una formación autodidacta.
En Sinónimos el protagonista es el alter ego del realizador, un joven judío que se establece en París con la intención de romper todo vínculo —incluso familiar, cultural y lingüístico— con su país originario, seducido por el lema “libertad, igualdad y fraternidad” de los republicanos galos. Pretende dejar atrás un estado autoritario, militarizado, puritano y cruel con los palestinos. Busca la verdadera tierra prometida en la patria de Napoleón, de los Derechos del Hombre y el Ciudadano, de Víctor Hugo y de Godard. Despojado de su anterior identidad, ilusionado, busca forjarse una nueva personalidad al amparo de unos mitos socio-culturales que terminarán también decepcionándole.
La experiencia le descubre una gran ciudad y un país que resulta ser un escenario cínico y hostil. Incluso la libertad sexual, sus contactos ocasionales, el afán de supervivencia, le llevan a poner en venta su cuerpo. El desencanto, la derrota, las ilusiones perdidas, le aconsejan regresar a Israel.
Nos hallamos ante un relato de corte no naturalista, de estética godardiana, con el uso de un lenguaje fílmico repleto de rótulos, frases e imágenes que no obedecen a una lógica temporal, sentimental o psicológica, un abigarrado dispositivo expresivo como única fuente de conceptos. De ahí el desencanto y, finalmente, el rechazo de muchos espectadores.
Quizás se trata de un film realizado con un confuso propósito de rebeldía contra el sistema y como una provocación y muestra de inconformismo. Y también como un modo de afirmarse como un puro e insobornable autor cinematográfico. La realidad aparece aquí fraccionada y con frecuencia distorsionada bajo formas aparentemente incoherentes. Encontrar su justo sentido exige nuestro esfuerzo y dedicación.
Alguien ha escrito, no sin razón, que se trata de una reflexión sobre “la identidad, la inmigración y la masculinidad”.
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