(3) EL HUEVO DEL DINOSAURIO, de Wang Quan´an.

EN LA ESTEPA MONGOLA
Wang Quan´an es un realizador perteneciente a la llamada “6ª Generación del Cine Chino”, de vocación realista y testimonial, con una carrera plagada de premios —festivales de Berlín, Valladolid y Montreal—, del que sólo conocíamos aquí La boda de Tuya (2006). Ahora nos llega su séptima película, El huevo del dinosaurio, un relato iniciático y existencial, formalmente minimalista, ubicado nuevamente en la República de Mongolia —país de procedencia de su madre—, en su gran estepa cubierta de hierbas, donde aparece el cadáver de una mujer asesinada. La policía emprende la investigación y un joven e inexperto agente debe encargarse de custodiar el lugar del hallazgo durante una gélida noche en la que es acompañado por una experta y voluntariosa pastora.
El crimen es sólo un pretexto para mostrar el vasto paisaje de la llanura y la glacial oscuridad sobrevenida tras la puesta del sol, cuando los dos protagonistas conviven circunstancialmente y su relación se convierte en ceremonia de iniciación a la sexualidad y en acceso a la madurez para el aprendiz de policía.
Mediante planos generales de larga duración, filmados con cámara fija, la pareja aparece totalmente integrada en la Naturaleza, fundidos ambos personajes con la verde pradera, lo que propicia un cine de alcance etnográfico en acertada mezcla de ficción y estilo documental que logra fundir la vieja tradición ganadera nómada —ganado, camello, chozas, fogatas— y el secular silencio y profunda soledad de la planicie con la incipiente modernidad aportada por los teléfonos celulares, los coches, el tren, los cigarrillos e incluso un test de embarazo.
El aislamiento y el episódico contacto entre hombres y mujeres se inscribe en una historia definida como un relato de “vida, amor y muerte” elaborado desde un punto de vista tan simple como natural, sin trascendencia alguna, con la sensación de que el tiempo fluye siempre de manera pausada, indolentemente congelado en su infinita placidez.
La película se rodó improvisando constantemente sobre el terreno sin un guión previo rígidamente construido. El hallazgo del huevo fósil del dinosaurio podría interpretarse como símbolo del futuro que aguarda a la secular civilización trashumante, condenada a ser barrida y enterrada por la fuerza imparable de una creciente modernidad.
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