(4) PARÁSITOS, de Bong Joon-ho

RICOS Y POBRES
El surcoreano Bong Joon-ho (Memories of murder, The host, Mother y Rompenieves) ganó la Palma de Oro al mejor largometraje en el festival de Cannes 2019 con una historia protagonizada por dos familias, una de ellas de modesta condición y sin trabajo, que logra colocar a sus miembros como empleados de hogar en una lujosa y moderna mansión y convertirlos en una especie de legítimos okupas. Nos hallamos ante un film excelente que mezcla hábilmente los caracteres genéricos de la comedia negra, el thriller, el terror y la sátira social. La evocación de Luis Buñuel, Frank Capra, Preston Sturges e incluso Joseph Losey no sería tan descabellada.
Lo primero que admiramos en la película es la brillante e inteligente composición de los planos (utilizando objetivos de diferentes distancias focales) para desvelar el verdadero significado de las situaciones. No hay escenas de relleno y la precisión de los encuadres es tan bella y funcional como milimétrica, el montaje interior de las tomas constituye la puesta en escena más eficaz para describir espacios y expresar conceptos. Las viviendas habitadas (el mísero y destartalado semisótano de unos y la espléndida casa de los otros, pertenecientes a la burguesía neoliberal) adquieren una dimensión a la vez realista y simbólica para retratar a unas clases sociales muy distanciadas, a lo que contribuye una magnífica dirección de actores.
La película está realizada con un ojo puesto en la industria –el éxito de público– y con el otro siguiendo los designios creativos de un “autor” tan exigente como original. El abismo entre una familia y la otra es insalvable: la dificultad para la promoción social (un desclasamiento ascendente) obliga a practicar la picaresca y la simulación para procurar sortear las tremendas desigualdades que ofrece la vida. Lo que no excluye el uso de una enorme ironía (el humor negro) fruto de unas buenas dotes de observación: el peculiar olor de cada persona sirve para adscribirle a una determinada clase social.
El contraste entre ambas familias, sus muy opuestos estatus, también se aprovecha para hacer algunas jocosas alusiones políticas a Corea del Norte. Creo que en su tramo final el film pierde altura y fuerza discursiva a causa de una excesiva truculencia y la exagerada sucesión de actos violentos, aunque el desenlace se resuelve con inteligencia recurriendo a lo imaginario, con un final tan feliz como improbable. Porque una de las más sugestivas características del trabajo de Bong Joon-ho es una ambigüedad que parte ya de su título: en la chirriante convivencia entre amos y criados, ¿quiénes son los auténticos parásitos? ¿Quiénes los realmente beneficiados y quiénes los abusadores?
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