(3) COMPORTARSE COMO ADULTOS – ADULTS IN THE ROOM, de Costa-Gavras

LA EUROPA DE LOS MERCADERES
A partir del libro de Yanis Varoufakis (ministro griego de Economía durante poco más de cinco meses) el realizador Costa-Gavras elaboró un guion sobre la crisis financiera del Estado heleno declarado insolvente e incapaz de devolver los préstamos recibidos del Banco Central de la Unión Europea, que el Eurogrupo (con la troika a la cabeza) obligó a resolver mediante unas medidas de austeridad que representaban el colapso del país y la miseria de los más desfavorecidos. El film, en resumen, denuncia que no hay una Europa de los pueblos y los ciudadanos (y menos de los trabajadores) sino del gran capital y los mercaderes.
Tras el estallido de la crisis económica, entre 2008 y 2015, gobiernos griegos conservadores y socialistas habían ido acumulando deudas para intentar resolver el desastre pero finalmente los créditos fueron declarados impagables. La Comisión Europea había tolerado esta marcha nacional hacia el abismo con la esperanza de obtener suculentos beneficios. Ante el cierre de bancos insolventes, la inflación galopante, la falta de liquidez, la quiebra de fábricas y los despidos… el partido radical de izquierdas Syriza obtuvo la mayoría de votos en las elecciones con sus promesas de activar la economía mediante inversiones y aumentos salariales (propiciando un mayor consumo), medidas que chocaron con los recortes (la austeridad) en gastos sociales dictados por el Eurogrupo. Finalmente una parte del gobierno acabó aceptando las severas condiciones, el pueblo tuvo que resignarse y el ministro Varoufakis presentó su dimisión al presidente Alexis Tsipras.
Costa-Gavras (como suele hacer el británico Ken Loach) ha sintetizado, con claras intenciones didácticas, toda la complejidad política y socio-económica de la crisis helena mediante una serie de secuencias– de estilo clásico y de expresión naturalista– mostrando las reuniones del ministro de Finanzas, protagonista de la película, con la Comisión Europea, dando la mayor importancia a los enfrentamientos dialécticos en los despachos y salones, más unos cuantos planos de exteriores que ubican geográficamente los hechos y que sirven como elementos de transición en el relato.
Como siempre, el propósito de Costa-Gavras ha sido el de hacer comprensibles a un público no especializado las normas y decisiones de los poderes europeos, que siempre han mirado con altivez y desconfianza a los países del sur, con sus cortos ingresos (un PIB insuficiente) y sus eternos apuros financieros, a los que se acusa de adictos al despilfarro. A Gracia se le planteó un trágico dilema: o aceptaba las condiciones que se le exigían o debería salir de la zona Euro (el Grexit). El dinero carece de sentimientos humanitarios, sólo tiene intereses contables.
La película testimonia el fracaso del voluntarismo político de una izquierda radical, de la insobornable defensa de un pueblo empobrecido y sometido a unas reglas asfixiantes. La casta dominante, la clase privilegiada, es la triunfadora. Es la victoria del capital sobre unos ciudadanos (libres y soberanos en teoría) condenados a una perpetua pobreza que torpedea sus legítimos derechos y anhelos de mejora social.
Pero no han faltado las críticas negativas a la película, acusándola de demagógica y de defender lo imposible, denigrando la postura de Varoufakis, un visionario mesiánico con un programa de quimérica realización, una utopía inalcanzable fruto de una ingenuidad infantil enfrentada a los principios inflexibles de una elite europeísta que condena toda disidencia a la frustración.
La pregunta que plantea el film es: ¿quiénes fueron en realidad los intolerantes?
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