(3) UNTOUCHABLE – INTOCABLE, de Ursula Macfarlane.

LA LEY DEL MÁS FUERTE
Al amparo del movimiento #MeToo, con la aparición de muchas mujeres decididas a romper el silencio y confesar haber sido víctimas de abusos sexuales e incluso de violaciones en el ámbito de las empresas, surge este reportaje documental que se inscribe en la modalidad del biopic de denuncia, nada halagüeño para el biografiado. El sujeto-objeto de estudio es, en esta ocasión, el magnate Harvey Weinstein que durante décadas gozó de un enorme prestigio y de buenas relaciones públicas (políticos, empresarios, periodistas, etc., la mayoría de etiqueta progresista) como importante productor independiente de películas de calidad, plenamente integrado en el seno de la industria del cine de Hollywood.
A raíz de las declaraciones de muchas de las víctimas y testigos (aunque numerosas actrices, ejecutivas y colegas de la compañía rehusaron hacer manifestaciones) se supo que Weinstein era un consumado e incansable depredador sexual que aprovechaba su privilegiada posición como jefazo de Miramax.
Son muchos los códigos penales de países democráticos que consideran circunstancia agravante la situación de superioridad moral o laboral de los agresores sexuales ya que puede apreciarse en estos casos la menor capacidad de defensa y resistencia de las víctimas ante las insidias de sus superiores (maestros, sacerdotes, tutores, médicos, etc.), aunque la cuestión se complica al considerar la mayoría de edad de las perjudicadas, a quienes se supone dotadas de raciocinio, criterio y capacidad para denegar su consentimiento. Y el transcurso del tiempo, sin presentar denuncias, complica aún más las cosas.
Con el auge actual de la conciencia feminista se estima que el temor reverencial y el estado de necesidad (la búsqueda de un trabajo y un salario, la ilusión de convertirse en estrellas, etc.) pueden explicar el largo silencio de las afectadas pero también su debilidad psicológica y, posiblemente, su desmedida ambición profesional. El eterno tema de los medios y los fines. Y el arrepentimiento tras la “caída”, el dilatado y doloroso sentimiento de culpa alimentado por la vergüenza y la angustia del recuerdo.
La película está muy bien realizada, con un correcto y ponderado uso de los materiales disponibles (ya sean de archivo o recientes, como las numerosas entrevistas a personas directamente implicadas o como simples testigos). La forma de actuar de Weinstein para lograr sus propósitos lascivos, utilizando excusas, rodeos o peticiones directas, queda aquí al descubierto: el deslumbramiento de las aspirantes a la fama y la riqueza (lujos, coches, hoteles, prepotencia del dueño, promesas de empleo…) mediante un descarado exhibicionismo de su dinero y poder. Las complicidades, los sobornos y, finalmente, las amenazas. Unos métodos típicamente gangsteriles asumidos como naturales por el autodefinido como “puto sheriff del poblado”.
Un relato cronológico sobre el ascenso (empezó como promotor musical), triunfo y declive del magnate judío hollywoodiense a cuya compleja y retorcida personalidad se podía y debía haber dedicado una mayor atención: su conversión en adicto al sexo, con un apetito incontrolado, como posible consecuencia de una negativa mezcla de circunstancias familiares, educativas, morales y psíquicas; su infancia en un medio socio-económico lleno de carencias; su aspecto físico poco atractivo; una libido desbordante alimentada por un machismo tan inconsciente como aceptado en su contexto; las mujeres consideradas como bellos objetos para usar y tirar, al completo servicio de los deseos del amo, su propietario… En suma, Intocable constituye un magnífico retrato del “vicio del poder”.
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