(3) VIVIR DEPRISA, AMAR DESPACIO, de Christophe Honoré.

SEXO Y CONTAGIO EN LOS 90
Del francés Christophe Honoré (Bretaña, 1970), novelista, dramaturgo, guionista y realizador cinematográfico, sólo se había distribuido comercialmente aquí La bella persona (2008) además de haberse editado en DVD Hombre en el baño (2010). Y ello a pesar de que su filmografía abarca 13 largometrajes y de que ganó el premio “Luna de Valencia” en el festival Cinema Jove de 2008.
El título del film ahora estrenado resulta menos explícito que el original Gustar, amar y correr deprisa que presenta a un escritor maduro (Jacques) y a un joven bretón aspirante a cineasta (Arthur) que, a principios de 1990, viven en París un romance que en clave dramática logra amalgamar la exaltación romántica, la intensidad pasional y la profunda tristeza ante la imposibilidad de un futuro cortado por una enfermedad letal. Años atrás, Christophe Honoré ya había realizado un documental sobre el SIDA, tan explícito y realista que encontró dificultades para su exhibición.
Destaca en esta película la normalidad con que se plasman las conductas eróticas de las parejas que, en la época retratada, se sentían ya libres pero a la vez muy amenazadas y socialmente estigmatizadas por la plaga vírica extendida entre la comunidad gay. Quizás sorprenda o escandalice a algún espectador no advertido la enorme franqueza del film en torno a la promiscuidad sexual, las imágenes lascivas, los ligues fáciles, las relaciones consolidadas, la alegría de vivir y la honda melancolía sentida ante la muerte. Aquí se evitan los fáciles estereotipos y se abordan las complejas motivaciones del deseo entre hombres para narrar básicamente la historia de un primer y de un último amor.
En Vivir deprisa, amar despacio encontramos sinceridad y verismo en un relato que evidencia la huella dejada por la Nueva Ola francesa —la rutina cotidiana, los paseos por las calles y parques de la ciudad, las visitas a museos y cines, etc.—, todo ello mostrado con tanta sensibilidad como sobriedad expresiva, buscando siempre un estilo funcional que seleccione lo realmente importante. Abundan en la película los datos autobiográficos de quien conoce bien y pertenece al universo homosexual, alguien que ha volcado en el guión sus propias experiencias. Lo que incluye un sentido homenaje a escritores y artistas que el director conoció y que fallecieron a consecuencia de la infección del virus.
En esta crónica triste en torno a eros y tanatos se han incluido bellas canciones en su banda sonora, abundantes citas culturales —literatura, cine, pintura— sin caer en la pedantería y alusiones más o menos directas a cineastas tiempo ha desaparecidos —Truffaut, Demy— así como a otros contemporáneos en activo preocupados también por la terrible peripecia de hombres embarcados en el amor pero condenados a la muerte.
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