(4) DONBASS, de Sergei Loznitsa.

UCRANIA DIVIDIDA
Del antiguo documentalista bielorruso Sergei Loznitsa teníamos buenas referencias tras haber visto aquí sus filmes El sitio (2005) y En la niebla (2012), dos relatos ubicados en la II Guerra Mundial. Nos llega ahora una coproducción multinacional premiada en los festivales de Cannes (mejor director) y Sevilla (mejor película) cuyo referente argumental es la corta guerra civil (2014-2015) que enfrentó a los nacionalistas ucranianos soberanistas con los pro-rusos de la zona del este que acabaron estableciendo la República Popular de Donetsk. El lugar geográfico del film es la región oriental de Donbass, una importante cuenca hullera e industrial ocupada por los rebeldes independentistas respaldados por el poderoso ejército ruso.
Para comprender bien la película es imprescindible conocer los antecedentes y desarrollo del enfrentamiento armado que es abordado con un estilo elíptico que combina inteligentemente el naturalismo documental con la metáfora política, haciendo posible la enorme complejidad conceptual del discurso fílmico evitando toda implicación sentimental para dotar a la narración de un distanciamiento favorecedor de la máxima objetividad. La profundidad y originalidad del cine del malogrado Theo Angelopoulos no son ajenas a la fascinación que genera Donbass.
La película se estructura en 13 episodios o secuencias, encadenadas sin transición merced a la proximidad espacial o la presencia itinerante de los personajes, en torno al reciente conflicto ucraniano, lejos de la capital Kiev, en la parte oriental dominada por los partidarios de mantenerse dentro de la Confederación de Estados Independientes, que acusan a los nacionalistas ucranianos de ser proclives a la integración en la Europa occidental, tachados incluso de fascistas por su antiguo colaboracionismo con la Alemania nazi. La Historia nos enseña que Ucrania se constituyó en República federada de la URSS en 1922, que tras el hundimiento soviético alcanzó la independencia en 1991 y que se integró en la nueva unión de estados llamada CEI. Pero la población dividida entre ucranianos (78 %) y rusos (17 %) provocó los enfrentamientos —la disputa sobre la flota del mar Negro y sobre el control de las armas nucleares—, aunque fueron sucediéndose en la jefatura del estado presidentes partidarios y opuestos a la vinculación federativa de Ucrania a la hegemónica Rusia.
El relato acongoja al espectador sin dejarle un momento de respiro: violencia, absurdo, sarcasmo, farsa, burocracia y corrupción constituyen el núcleo de unos acontecimientos mostrados con absoluta frialdad desde un punto de vista que impide cualquier implicación sentimental que altere la comprensión racional de los hechos, la existencia de víctimas y de verdugos, con la degradación de unos seres humanos que, impelidos por la crueldad —el odio al diferente identificado como enemigo— se convierten en animales feroces al margen de toda norma ética. El realizador expone, desde una perspectiva distanciada, las diversas situaciones dejando que cada bando —nacionalistas e independentistas pro-rusos— muestre sus razones, elabore su propio “relato” sobre unos mismos eventos. De esta forma se nos obliga a reflexionar sobre la interesada confusión entre paz y guerra, entre propaganda y verdad, entre amor y odio, entre vida y muerte —la masacre final de los actores que representan la ficción Donbass—.
El uso sistemático de planos de larga duración y de travellings —véase el dilatado plano general conclusivo, magistral ejemplo de montaje sintético en el interior del encuadre— evidencian la voluntad de realizar una puesta en escena que ofrezca una imagen amplia de los espacios físicos y de dejar al espectador la máxima libertad para elaborar y explicar su propia película. De esa manera hay que entender todas las secuencias: las reliquias sagradas mostradas a las autoridades separatistas —en una población con el 57 % de ateos—, la caricaturesca boda civil —la falsa reconciliación de los dos bandos, las llamadas telefónicas de los detenidos en busca de personas influyentes…—, etc.
Una obra original, impactante, moderna, imprescindible.
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