(4) DOBLES VIDAS, de Olivier Assayas.

LITERATURA Y VIDA
La reciente película del francés Olivier Assayas viene a confirmar el prestigio cosechado a lo largo de su carrera como realizador (Finales de agosto, principios de septiembre; Las horas del verano; Después de mayo; Viaje a Sils Maria; Personal Shopper, etc.). Dobles vidas es un relato denso y complejo —ubicado en París— que pretende retratar, a modo de instantánea, el estado actual de la cultura —la literatura, especialmente— y de las relaciones humanas en una sociedad moderna desarrollada. Bien entendido que las ideas, sentimientos y profesiones se hallan sometidos a una constante evolución.
Dos parejas forman el núcleo narrativo del film, en esta ocasión maridos y esposas acompañados de sus respectivos amantes que, en el mundo del libro, tienen que sortear los retos tecnológicos y económicos de la era digital —los e-books— y las exigencias de un público mayoritario de gustos tan acomodaticios como superficiales —los bestsellers—. Las infidelidades también se agotan por la rutina, la pasión se consume y acaba imponiéndose el regreso al hogar, garantía de seguridad, estabilidad y comodidad. Olivier Assayas estructura la película mediante una serie de encuentros dialogados entre los distintos personajes, captados mediante planos oblicuos que se van alternando merced a un montaje ágil que da vivacidad al torrente de palabras, de conceptos, que emergen en las conversaciones.
Película inteligente, densa, de amplias perspectivas racionalistas, que pone al descubierto las contradicciones, inseguridades y mentiras de unos seres humanos que afrontan los tiempos posmodernos con una moral relativista que les permite sobrevivir en medio de los confusos principios y los evanescentes valores de hoy. Juliette Binoche y Guillaume Canet, entre otros buenos intérpretes, contribuyen al logro de un film que algunos han emparentado con los de Woody Allen y Éric Rohmer no sólo por abordar la cotidianeidad con un estilo narrativo clasicista sino especialmente por ese tono de comedia de costumbres que no elude ciertos destellos de drama existencial, como supieron apreciar en los festivales de Venecia y de Sevilla.
Un sólido ejemplo de cine francés presidido por la reflexión y el hedonismo —sexo, comida y bebida en diversas circunstancias— y que nos ofrece valiosa información tanto de los personajes como del contexto social en que se mueven: el futuro de los libros de papel, las especiales relaciones entre editor y escritor, los adocenados gustos artísticos de las mayorías, el frágil equilibrio entre cultura y negocio, la revolución digital, los trucos utilizados en el oficio de escribir, la dialéctica entre realidad y ficción, la seducción ejercida por el cine de autor —Haneke, Bergman…—. Un deleite para espectadores cultos y sensibles.
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