(3) COLD NOVEMBER, de Ismet Sijarina.

EL DILEMA
La Yugoslavia del mariscal Tito (1892-1980) estaba constituida por una federación de seis repúblicas y Kosovo era una región administrativamente autónoma pero integrada en la de Serbia. A partir de 1989 resurge el movimiento independentista y el gobierno de Belgrado responde inmediatamente en los primeros años 90 con medidas fuertemente represivas para seguir manteniendo el control político del territorio: clausura el Parlamento y la televisión nacionales. Los trabajadores separatistas se declaran en huelga indefinida o son despedidos, dividiéndose la población entre independentistas y colaboracionistas. Un dilema dramático al estar en juego la mera supervivencia —vivienda, comida, escuela—. Hay que elegir entre ser un héroe o un traidor, un patriota o un cobarde. Peligra la propia vida y la muerte depende tanto de los activistas rebeldes como de la policía serbia. Y en 1997 empieza en serio la lucha por la escisión propiciada por el Ejército de Liberación hasta que Kosovo —10.900 km. cuadrados, tres millones de habitantes, capital: Pristina— asume unilateralmente la soberanía en 2008, que no es reconocida por muchos estados ni por la ONU.
La película defiende la causa albano-kosovar —el director ha declarado que eran tiempos muy complejos y difíciles— aunque evita convertir el relato en una soflama panfletaria, mostrando la brutalidad serbia sin reticencias pero con cierta mesura, quizás pensando que había que defender los derechos humanos (la libertad) pero a costa de vulnerar la Constitución vigente de la república federal, gobernada desde Belgrado.
El protagonista, archivero de profesión, se enfrenta a una terrible decisión que la coloca entre dos fuegos, entre la presión política centralista y las ansias libertarias de la mayoría de un pueblo fracturado entre unionistas y secesionistas. La dignidad colectiva y personal entra en contradicción con la necesidad de sobrevivir, en este caso la de una familia con hijos.
Film realizado con escasos medios pero con el talento imprescindible para lograr una narración precisa y escueta sobre la colisión entre dos nacionalidades vecinas y largo tiempo hermanadas. La mirada del realizador kosovar es la de quien sabe que Yugoslavia era una complicada amalgama de pueblos, etnias y estados con diferentes lenguas, culturas y religiones que sólo el prestigio de Tito, tras enfrentarse a los nazis, logró unificar tras la II Guerra Mundial mediante un régimen socialista no alineado, neutral y distanciado del hegemónico comunismo soviético.
Kosovo sólo tenía al independizarse el 5% de la población de la república federal y dependía políticamente de Serbia, siendo su religión dominante la musulmana —practicada por el 12% de los yugoslavos—, aunque la película no detalla el contexto y la multiplicidad de factores que propiciaron un conflicto que finalizó con 133.000 muertos kosovares.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.