(2) DESTROYER: UNA MUJER HERIDA, de Karyn Kusama.

REDENCIÓN Y VENGANZA
Un moderno thriller que mezcla elementos del género policiaco con otros del cine de gángsters —eso sí, elevados a la máxima tensión—, que tiene como protagonista a una detective de Los Ángeles y que supone un estimable logro en la irregular carrera de Karyn Kusama, que ya nos proporcionó sugestivos títulos como Girlfight (2000) y La invitación (2015).
Una maquillada y madura Nicole Kidman logra componer un sólido personaje dotado de múltiples facetas, una anti-heroína con hija adolescente rebelde que pretende redimirse años después del fracaso de una difícil misión como infiltrada en una banda mafiosa. La actriz trata ahora de rectificar errores profesionales del pasado, cuando participó en películas demasiado intrascendentes y convencionales que apenas funcionaron en la taquilla. Charlize Theron lo había vista con claridad al asumir papeles que relegaban la belleza física para potenciar la hondura psicológica de los personajes.
La estrella australiana se convierte aquí en Erin Brell cambiando su imagen habitual y realizando un magnífico trabajo interpretativo. El paso del tiempo y el tormento interior provocado por el remordimiento y los malos recuerdos de una misión fallida, acabada en un baño de sangre —además de una vida privada destrozada, con la pérdida de su pareja y el alejamiento una hija— la fuerzan a buscar una posibilidad de redención resolviendo ahora un caso similar al vivido tiempo atrás. En el mismo lugar, en idéntico delito y contra el mismo enemigo. Con el intento de recuperar a su hija ya adolescente, enfangada en malas costumbres y en pésimas compañías.
En el marco urbano de unos suburbios despoblados y deshumanizados, la agente Erin Bell se encuentra psíquicamente trastornada y amargada pero ve una oportunidad para saldar cuentas con el pasado, creyendo así poder vencer su angustia y confusión mental, la codicia que la llevó a la corrupción, purgando la traición a su profesión y a sus compañeros.
El este film se combina la acción externa con lo intimista, la violencia con la falta de autoestima, lo que se logra mediante una sucesión de flashbacks que ponen en relación el pretérito y el presente, dos momentos distantes en la vida de la protagonista que ha pasado desde una radiante juventud a una atormentada madurez, desde la ilusión a un profundo sentimiento de culpa.
Aunque a veces a uno le asalta la duda de si está contemplando un relato complejo repleto de elipsis o si sólo se trata de una narración demasiado confusa.
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