(3) SOFÍA, de Meryem Benm´Barek.

MADRE SOLTERA
Este primer largometraje de la marroquí Meyrem Benm´Barek fue galardonado en el último festival de Cannes, sección “Una cierta mirada”, con el premio al mejor guión. Su directora se había trasladado a Bélgica, cursó estudios de cine y tomó conciencia del atraso socio-económico y cultural de su país merced al típico distanciamiento —geográfico pero también ideológico— que ha permitido a tantos artistas e intelectuales percibir con mayor lucidez las contradicciones e injusticias presentes en sus lugares de origen.
La película aborda con una especial sensibilidad —una mezcla de compasión y clarividencia— la dramática peripecia de Sofía en Casablanca, que a sus 20 años queda embarazada y por su condición de soltera choca con las normas establecidas en la familia, la sanidad y la administración de justicia. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio pueden ser castigadas con una pena de cárcel. Sofía ha logrado disimular su situación pero finalmente tiene que dar a luz, clandestinamente, en un hospital. Hay que buscar al padre responsable, ocultar al bebé y celebrar una boda con el ceremonial acostumbrado. Pero el muchacho designado alega que él no es el responsable.
Estupenda película, rodada con escasos medios, narrada con sencillez, con largas secuencias y con la cámara frecuentemente llevada a mano. Preciso y riguroso retrato del Marruecos actual, escindido entre la tradición y la modernidad, contemplado con una mirada amplia y detallista, donde conviven la pobreza y los prejuicios ancestrales con un minoritario sector adinerado, volcado en el consumo y con costumbres europeas asimiladas aunque manteniendo siempre las apariencias y la importancia del “honor” de las mujeres, algo habitual en las sociedades de carácter patriarcal.
El film evita caer en fáciles esquematismos y tiene como eje narrativo la diferencia de clases, la barrera que hay entre unas y otras sin esperanza a corto plazo de poder establecer un sistema más justo e igualitario —por discriminación económica y también de género—. La educación —ha declarado la cineasta— no puede nivelar las desigualdades ya que la escuela pública, insuficientemente financiada, es poco eficaz y sólo la privada, de pago, alcanza la calidad requerida.
Sofía me ha traído el recuerdo de las películas italianas neorrealistas del tándem Zavattini-De Sica (años 40 y 50), sustentadas en una base melodramática pero muy impactantes por la autenticidad de su testimonio social y la profunda humanidad de sus personajes.
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