(3) EL BLUES DE BEALE STREET, de Barry Jenkins.

HARLEM, AÑOS 70
Barry Jenkins, director de Moonlight (2016), debe ser colocado junto a Spike Lee y Steve McQueen como uno de los cineastas más preocupados por la histórica e injusta discriminación de los ciudadanos negros en los Estados Unidos. Su cine es de carácter militante, a veces radical, y aúna la denuncia de los abusos sufridos , la defensa de la dignidad personal y la reivindicación de la identidad racial mediante un activismo políticamente comprometido que no olvida las trágicas consecuencias de una sociedad dividida en clases —explotadores y explotados—, la represión llevada a cabo por instituciones gobernadas por blancos y el refugio en la pareja y la familia —el amor, los hijos, la solidaridad— como ámbito en el que escapar del infierno circundante. Ya lo había mostrado George Gershwin en su ópera popular Porgy and Bess (1935), llevada al cine por Otto Preminger en 1959.
Esta película, titulada originalmente Si la calle Beale pudiera hablar, es la adaptación de una novela de James Baldwin (1924-1987), un ideólogo y combatiente en favor de la negritud cuya vida e ideas fueron plasmadas en el excelente documental I am not your negro (Raoul Peck, 2017) y narra las desdichas de una joven pareja de enamorados (Trish y Fonny) en el Harlem de los años 70: la chica embarazada, las dificultades para encontrar vivienda, el constante acoso de la policía, la acusación de violar a una chica portorriqueña, etc. El film está construido en clave melodramática aunque su interés y calidad descansa en la sensibilidad, la honestidad, el compromiso y el valor testimonial, sin necesidad de recurrir a truculencia o morbosidad alguna.
Entre los productores de la película está Brad Pitt —la compañía Plan B Entertainment— y encontramos en ella una complejidad que logra trascender cualquier dimensión panfletaria y sensiblera. Así, la ruptura de la cohesión familiar a causa del embarazo de Trish y el encarcelamiento de su novio Fonny en paralelo a la constante amenaza de un sistema represivo —policía, jueces, prisiones— que considera a los negros como sospechosos habituales en un contexto sociológico especialmente hostil. Todo ello presentado como lo opuesto a la pureza, sinceridad y fuerza arrolladora de un primer amor juvenil, contrastando la dimensión poética de los sentimientos con el drama colectivo de la pobreza y la discriminación racial.
El relato se estructura mediante una larga serie de saltos temporales, con flashbacks que muestran la alternancia entre presente y pasado, entre desgracia y felicidad, manteniendo un difícil equilibrio expresivo entre un idealismo que resultaría poco verosímil —el final feliz— y un pesimismo cerrado a toda esperanza.
Hay un uso constante de planos tan funcionales como bien construidos, con un refinamiento formal cuya belleza no perjudica la contundencia del testimonio. Regina King —como la madre de Fonny— obtuvo el Globo de Oro a la mejor actriz de reparto.
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