(4) LA FAVORITA, de Yorgos Lanthimos.

INTRIGAS PALACIEGAS
Una costosa coproducción internacional que supone un original planteamiento, en cierta medida subversivo, de los trillados filmes “de época” —para comprobar la galáctica evolución del género bastaría contemplar ahora Sissi emperatriz (1956)—. Nos hallamos ante una singular combinación de lujo y aspereza que le ha valido a esta última realización de Yorgos Lanthimos el Gran Premio del Jurado en el festival de Venecia además de la Copa Volpi para Olivia Colman por su excelente encarnación de la reina Ana Estuardo. Le acompañan en la cabeza del reparto Emma Stone y Rachel Weisz, magníficas ambas.
El cineasta griego ya nos había entusiasmado —por su mezcla de brillantez formal, capacidad de distanciamiento y deconstrucción de los personajes— con sus filmes Canino (2009), Alps (2011), Langosta (2015) y El sacrificio de un ciervo sagrado (2017). En tampoco en esta ocasión su mirada sobre la corte inglesa de principios del siglo XVIII propicia una crónica realista sino una inteligente recreación presidida por una estilizada inventiva.
Una reina doliente torturada por la gota, sin descendientes vivos y con inclinaciones lésbicas vive encerrada en un fastuoso palacio entregada a lúdicos entretenimientos y a la melancolía mientras el Parlamento gobierna con la alternancia de los tories y los whigs permitiendo que la soberana deposite la administración interna de la casa real en manos de su favorita lady Sarah Churchill. La inesperada llegada de la arruinada Abigail Masham con la idea de recuperar su antigua alcurnia y su rápido ascenso cortesano desde criada a nueva favorita rivalizando con su prima Sarah constituye el eje narrativo de la película. La disputa entre las dos mujeres para acaparar el favor real y hegemonizar el poder en palacio pasa por la ofrenda de sus favores sexuales a su alteza, un enfoque original sobre el empoderamiento femenino y la manipulación en el interior de un cerrado mundo aristocrático que es mostrado aquí en paños menores.
La favorita es un relato —ácido pero entrañable— que no deja de suministrar información acerca de las costumbres privadas y de la política nacional en un determinado periodo histórico: el reinado de Ana Estuardo entre 1702 y 1714 tras suceder a su cuñado Guillermo III, el enfrentamiento armado con Luis XIV de Francia en la guerra de Sucesión al trono vacante de España, la impopularidad de los impuestos y, como importante asunto eludido, el “Acta de Unión” de 1707 con la incorporación de Escocia a Inglaterra e Irlanda para formar la Gran Bretaña imperial. Tras la muerte de la última Estuardo sin herederos se instauró la nueva dinastía de los Hannover.
La película está realizada con un enorme talento y resulta visualmente espléndida gracias a unos deslumbrantes decorados y vestuario, una espléndida fotografía en Panavisión utilizando objetivos (lentes) gran angulares, incluyendo los distorsionantes “ojos de pez” que dotan a los planos de una perspectiva muy amplia para integrar a personajes y ambientes en una misma toma merced también a las ventajas de una notable profundidad de campo. Sátira, ternura, drama y comedia determinan de forma sintética el estilo de un film cuyo look debe tanto a la iluminación nocturna con cirios de Barry Lyndon (Stanley Kubrick, 1975) como al sutil análisis psicológico y la perspicaz descripción de las trampas de la seducción presentes en Las amistades peligrosas (Stephen Frears, 1988). Aunque Lanthimos sólo se declara admirador de Robert Bresson y de John Cassavetes.
Resulta obvio que nada de lo que La favorita revela de la vida íntima de las aristocráticas protagonistas figura en los documentos oficiales de la monarquía británica, especialmente cuando la imaginación de los guionistas penetra en las alcobas y se introduce en los lechos. Pero es cierto que la mayoría de los soberanos han vivido de espaldas a los problemas cotidianos de sus súbditos, ocupados como han estado en sus palaciegos juegos y pasatiempos. Encontramos una gran franqueza en los diálogos —especialmente en los de índole sexual— pero también una pudorosa ausencia de escenas eróticas. Y pese al carácter irrespetuoso del film y lo escabroso de las relaciones personales de unas mujeres tan ambiciosas como amorales, es perceptible la humanidad con que son retratadas. Magnífica banda sonora con diversas piezas de música barroca y con una canción de Elton John.
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