(2) VIAJE A NARA (VISIÓN), de Naomi Kawase.

CONEXIÓN MÍSTICA CON LA NATURALEZA
La última película de la japonesa Naomi Kawase (Nara, 1969) repite muchas de las características estilísticas y temáticas de sus anteriores realizaciones: El bosque del luto (2007), Aguas tranquilas (2014), Una pastelería en Tokio (2015) y Hacia la luz (2017) han llegado a nuestras pantallas.
Cargado de premios en los festivales, el personal cine de Naomi Kawase es expresión de una mirada panteísta sobre el mundo que funde vida y muerte, hombre y Naturaleza en una experiencia íntima, mística, cuyas derivas metafísicas lo hacen alejarse de la lógica de la realidad cotidiana para acogerse a una dimensión esotérica —algo difusa en su plasmación fílmica— que pasa por alto la psicología de los personajes para situarlos en una dimensión onírica donde fluyen libremente las percepciones sensoriales, los sentimientos y la imaginación.
En el ciclo que dedicó la Filmoteca Valenciana en 2008 a esta singular cineasta japonesa pudimos comprobar la huella de lo autobiográfico en muchos de sus filmes, en los que combina una gran sensibilidad con la evocación de experiencias de su propia infancia, con un padre ausente y su crianza por unos ancianos familiares así como su posterior maternidad y la llegada de un niño que viene a integrarse a ese paisaje natural hecho de árboles, sol, nubes, lluvia y brisas.
El film describe el encuentro y mezcla entre dos culturas: Juliette Binoche encarna a una ensayista francesa que llega a un bosque, en la región de Kansai, donde encuentra a un solitario hombre de la montaña y queda fascinada tanto por el entorno geográfico como por la especial personalidad del hermético y misterioso ermitaño que acaba convirtiéndose en el padre de su hijo.
Aproximación, contacto, seducción y experiencia mística son los elementos estructurales, los estadios de un relato eminentemente poético, parsimonioso y contemplativo que entremezcla las culturas de Oriente y de Occidente mientras la cámara no cesa de explorar las maravillas del entorno. Algunos han hallado cierto paralelismo entre las vivencia de Juliette Binoche y las de Emmanuelle Riva de Hiroshima, mon amour (Alain Resnais, 1959).
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