(3) UN ASUNTO DE FAMILIA, de Hirokazu Kore-eda.

UNA CUESTIÓN DE SUPERVIVENCIA
El talento y prestigio del japonés Hirokazu Kore-eda (Tokio, 1962) resultarán más que probados y merecidos para quienes hayan podido ver y disfrutar de alguna de sus películas: Nadie sabe, Still walking, Air doll, De tal palo tal hijo, Después de la tormenta, El tercer asesinato, etc. Su nueva realización es fruto de un guión que le inspiraron varias noticias aparecidas en los medios de comunicación (prensa y TV) y con ella ha ganado la Palma de Oro en Cannes 2018 así como el Premio Donosti en el último festival de San Sebastián. Estimo, sin embargo, que éste no es su film más destacable si lo comparamos con anteriores títulos, que probablemente le superaban en equilibrio estructural, riqueza de situaciones y hondura de afectos, aunque su elevado nivel de calidad e interés rehúya, una vez más, todo esquematismo moral, ese maniqueísmo que tanto abunda cuando se abordan sentimentalmente los temas aquí referenciados, los desarrollados en torno a la familia y la infancia.
Esta película es el resultado de una mirada que logra combinar sagazmente un cálido humanismo con un humor lleno de sutileza al plasmar las peripecias de una familia pobre, casi marginal y disfuncional que —en el Japón del máximo desarrollo capitalista y tecnológico— sobrevive en precarias condiciones, amontados niños y adultos en una modesta casita del extrarradio y al margen de toda norma cívica, dedicados a la picaresca y al engaño con sus pequeños hurtos en tiendas, el cobro fraudulento de la pensión de la abuela muerta y la acogida ilegal de menores abandonados o perdidos. Su solidaridad no se basa básicamente en lazos de sangre sino —como se ha afirmado— en el delito, en el dinero, aunque sin prescindir de unas relaciones de afecto surgidas de una larga convivencia y de un mutuo apoyo.
También se ha dicho que la película es una lograda mezcla de costumbrismo, observación psicológica y reflexión filosófica. Lo cierto es que sorprende favorablemente la cantidad y variedad de detalles que conforman este relato fílmico articulado mediante la sucesiva acumulación de escenas y secuencias que tienen como núcleo narrativo a un sector empobrecido —pocas veces mostrado en la pantalla— de la nación nipona. Y todo es recreado a través de un punto de vista sin apriorismos, desde el feliz día de playa (alegría, juego, fraternidad) y las gozosas comidas caseras a la incomodidad que causan los escasos momentos de intimidad que incluyen actos o alusiones de carácter sexual.
Asistimos al poco usual retrato de un grupo familiar que, para bien o para mal, constituye el nexo que sirve para integrar al individuo en la sociedad de la que forma parte.
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