(4) UN DÍA MÁS CON VIDA, de Raúl de la Fuente y Damian Nemow.

CONFUSIÓN
Esta coproducción hispano-polaca es la adaptación fílmica del relato autobiográfico Un día más con vida del periodista y escritor polaco Ryszard Kapuscinski, que vivió entre 1932 y 2007. La película co-dirigida por Raúl de la Fuente —de quien sólo conocemos su documental Nömadak TX (2006)— destaca por su sencillez, honestidad, equilibrio narrativo y fuerza expresiva, con la particularidad de que mezcla inteligentemente fragmentos con imágenes documentales —originales y reconstruidas— con otros de animación, todos ellos perfecta y coherentemente ensamblados.
Nos hallamos ante la crónica ponderada y objetiva de un corresponsal de guerra, tan sintética como esclarecedora, sobre el enfrentamiento armado que surgió tras la descolonización de Angola por Portugal en 1975. La “guerra fría” que separaba en el mundo a los bloques socialista y capitalista propició que la independencia de la nueva República popular desembocara en una tremenda situación de confusión y caos con las sangrientas luchas entre guerrilleros y milicias representantes de dos fuerzas políticas antagónicas: el MPLA, comandado por el marxista Agostinho Neto y apoyado por la URSS y Cuba, por una parte, y el FNLA-UNITA, sostenido por Estados Unidos y la racista Sudáfrica, por otra.
En el fondo, además de un choque político-ideológico, pesaban también mucho los intereses económicos centrados en el petróleo y los diamantes. Los intentos de paz no dieron resultado hasta 2002, con la amplia victoria electoral del MPLA.
En esta admirable película tiene una gran importancia el aspecto humano, el sufrimiento de los afectados por la guerra civil, con la cálida presencia de la amistad y la camaradería pero con la dramática irrupción de la muerte en un constante y prolongado clima de violencia e inseguridad en medio del cual R. Kapuscinski siempre tuvo clara su opción de solidaridad con los humillados y ofendidos, los pobres y desamparados. Obviamente, su simpatía se inclinaba hacia el MPLA.
En el film se produce una admirable continuidad narrativa pese a la utilización de la fotografía y el dibujo, dos instrumentos expresivos diferentes pero ensamblados aquí a la perfección. Y al final el factor emotivo alcanza su punto álgido con la presencia en la pantalla de imágenes reales de la época retratada —la guerrillera abatida— y del momento actual con algunos personajes —un comandante y un periodista— que fueron a partir de 1975 protagonistas o testigos de la Historia.
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