(4) BERGMAN, SU GRAN AÑO, de Jane Magnusson.

RETRATO POLIÉDRICO DEL GRAN CINEASTA SUECO
De la realizadora sueca Jane Magnusson ya pudimos ver el verano pasado Descubriendo a Bergman (2013), un documental sobre la obra cinematográfica de su célebre compatriota, formando parte de un ciclo de interesantes filmes programado en el recinto universitario de La Nau. Pero lo que en aquel ilustrativo estudio era fundamentalmente un repaso de la creación cinematográfica de Ingmar Bergman (1918-2007), con imágenes de sus principales obras y testimonios de otros cineastas a veces demasiado complacientes, en la película ahora estrenada no sólo se muestra y comenta su magistral contribución al séptimo arte como director y guionista sino que, de forma especial, se escarba en su vida privada mediante una especie de examen psicoanalítico que hace aflorar su contradictoria personalidad, repasando tanto su labor profesional como, sobre todo, los más escondidos rincones de su conflictiva individualidad.
Esta película de 2018 se ha realizado al cumplirse el centenario de su nacimiento, disponiendo para ello de un rico arsenal de materiales de archivo —escenas donde escribe guiones y libros, rodajes, montajes teatrales, trabajos para TV, momentos de descanso, etc.—, casi todos en torno a sus años de esplendor y gloria, situados entre 1957 y 1963, con tres hitos de su carrera —El séptimo sello (1957), Fresas salvajes (1957) y El manantial de la doncella (1960)— aunque sin olvidar su gran obra maestra autobiográfica —casi todo su cine lo es en gran medida— como Fanny y Alexander (1982). En esta tarea se ha buscado la mayor objetividad posible presentando las luces y sombras no sólo de su abundante producción artística, con sus titubeantes inicios, su madurez y la abultada cosecha de premios y reconocimientos que generaron su enorme prestigio mundial.
El fascinante documento fílmico que ahora me ocupa constituye, sin duda, un riguroso y amplio repertorio de los oscuros fantasmas que torturaban su personalidad, la mayor parte de ellos —poco o nada conocidos— consecuencia de los numerosos traumas infantiles nunca resueltos: la crueldad de su padre pastor luterano, la obsesión por la religión y el peso de la culpa, las depredadoras pulsiones sexuales, las veleidades afectivas unidas a la infidelidad como práctica adictiva —varios matrimonios y esposas traicionadas por él con sus muchas amantes—, simpatías pro-nazis juveniles, neurosis, egocentrismo, intolerancia, carácter colérico y despótico, alejamiento de sus hijos, el incesante trabajo como factor compensatorio de vacíos y carencias… Todo ello ilustrado con unos materiales sabiamente empleados, a veces inéditos, como esas implacables declaraciones de su hermano mayor, absolutamente descalificadoras y posiblemente dictadas por un resentimiento tan ancestral como profundo.
Un film de visión imprescindible para cinéfilos y fans del maestro sueco que informa, emociona y ejemplifica lo que ya algunos ilustres ensayistas habían precisado anteriormente: las abismales diferencias que puede haber en ocasiones entre la genialidad creadora de un privilegiado artista o intelectual y su miserable vida privada, llena de mezquindades y sordideces.
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