(3) UN HÉROE SINGULAR, de Hubert Charuel.

EL AGÓNICO OCASO DE LA VIDA RURAL
El joven campesino —título original del film— es una modesta producción francesa que conforma un relato sencillo, de bajo presupuesto, de un estilo directo casi documental y completado con varios actores no profesionales. La película nos transmite una mirada llena de autenticidad y de emoción sobre un mundo rural condenado a desaparecer atropellado por la modernidad, la escasa rentabilidad y la llamada de las grandes urbes.
En esta ocasión la cámara enfoca a un joven ganadero de vacas lecheras, Pierre, que ama tanto a sus animales que prefiere ocultar su verdadero estado a las autoridades sanitarias cuando estalla una grave epidemia que se extiende implacable por todo el territorio galo. El muchacho infringe la ley, que ordena el sacrificio de la cabaña contagiada, pero su idealismo acaba para él en tragedia. Fue un caso real que asoló muchos rebaños de los pequeños propietarios autónomos de provincias.
La rigidez de la burocracia, la elevada edad y jubilación de toda una generación de veteranos granjeros y, como contraste, la alta productividad de las grandes explotaciones financiadas por poderosas compañías con unos sistemas mecanizados autorizan a mostrar un panorama pesimista que el realizador conoce bien.
Hubert Charuel, en efecto, ha recogido en su guión muchas de sus experiencias personales —sus padres tenían una granja con vacas— pues él quiso convertirse en veterinario pero acabó estudiando literatura y cine. Este es su afortunado debut en el largometraje con el que logró tres premios Cesar del cine francés: mejor actor, mejor actriz secundaria y mejor opera prima. El director contempla con pena el ocaso de un mundo que él considera suyo y cuyo futuro intuye problemático entre el abandono, la marginación y el dificultoso relevo generacional.
Hay en el film la expresión de un hondo sentimiento de pérdida pero también una sutil crítica a la política gubernamental que ha dejado abandonados —las subvenciones no llegan— a los habitantes de las regiones periféricas, abocados a la desesperación. El futuro se presenta oscuro: el campo y los animales ya no forman parte de la Arcadia feliz. No hay un idealismo pastoril sino un realismo sin salida, bastante desolador. ¿Hay salida alguna más allá de la soledad, la forzosa soltería, el duro trabajo, la escasa recompensa y la huida final? Una película hecha con honestidad y buen oficio.
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