(2) FIRST MAN (El primer hombre), de Damien Chazelle.

OBJETIVO: LA LUNA
Después de sus éxitos en el género musical —Whiplash (2014) y La la Land (2016)—, Damien Chazelle prosigue su carrera con un biopic integrado en una ciencia-ficción de carácter realista narrando el primer viaje a la luna capitaneado por el ingeniero Neil Armstrong a bordo de la nave Apolo XI, que llegó al satélite natural de la Tierra en la histórica fecha del 20 de julio de 1969. Protagonista: el actor Ryan Gosling, que ya había trabajado para el director. No se trata de un film adscrito al cine espacial futurista sino que está presidido por el comedido tono del documental reconstruido en torno a un personaje y a unos hechos del pasado, una evocación que procura evitar toda grandilocuencia épica y el habitual patrioterismo USA aferrado al himno y la bandera.
First Man (El primer hombre) se caracteriza por asumir un punto de vista alejado de lo más convencional: mezcla equilibrada de vida privada —esposa e hijos del protagonista— y carrera profesional en la NASA; mayor atención a los riesgos, accidentes y pérdida de vidas humanas que a las proezas, limitadas al alunizaje y retorno a nuestro planeta; habilidad para combinar lo científico y los sentimientos personales aunque, desde luego, no se prescinde completamente de esa complacida mirada que ensalza el heroísmo individual así como el sacrificio y el trabajo bien hecho, que aquí se hacen compatibles con el carácter taciturno e introvertido de Neil Armstrong y sus abundantes momentos de silencio.
La película está basada en un libro biográfico de James R. Hansen y como productor ejecutivo aparece Steven Spielberg aunque se nota más su presencia en el oficio demostrado en la realización que en el despilfarro de medios ya que se trata de un relato lineal, sobrio, preocupado tanto por la información al espectador como por el entretenimiento —la industria cinematográfica de Hollywood es fundamentalmente un negocio—, con referencias a la aventura pero privilegiando los aspectos humanos de la odisea espacial. ¡Si Georges Meliés y su Viaje a la luna (1902) levantaran la cabeza!
La sugestiva música de Justin Hurwitz y el rodaje en cinta de 35 mm., que se cambia al modesto formato de 16 mm. en las escenas siderales, casa perfectamente con el empleo de numerosos primeros planos y planos medios que centran su atención en la persona antes que en el gran espectáculo.
No falta alguna sucinta referencia al contexto político de la investigación espacial USA, a la que se dedicaron enormes sumas de dinero y abundante personal: la Guerra Fría, la rivalidad de la Unión Soviética con sus importantes logros en materia de vuelos orbitales y el orgullo americano herido y necesitado de prestigio ante una potencia enemiga al fin superada.
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