(3) LAS DISTANCIAS, de Elena Trapé.

¿AMIGOS PARA SIEMPRE?
Elena Trapé es una licenciada universitaria en Arte que se graduó luego en la prestigiosa Escuela Superior de Cine y Audiovisuales de Cataluña, a la que se integró posteriormente como profesora. Después de realizar cortometrajes, anuncios publicitarios y un documental sobre Isabel Coixet —fundadora de una productora para financiar a mujeres cineastas—, hizo el telefilm La ruína (2009) y su primer largometraje Blog (2010).
Su última entrega, Las distancias, fue considerada la mejor película española en el último festival de Málaga además de recibir los premios a la mejor dirección e interpretación (Alexandra Jiménez). Filmada con diálogos en catalán y en castellano —con breves frases en alemán y en inglés—, constituye un retrato de la generación nacida en los 80, con el boom económico, la democracia recién estrenada, la libertad de costumbres, el brillo de la cultura pop-rock… Un mundo en colores que contrasta con el presente y el futuro nada halagüeño de unos jóvenes que han llegado a la madurez obligados a probar el amargo sabor del desempleo, los bajos salarios, el regreso a casa de sus padres, el desencanto y la desorientación.
Para procurar una base dramatúrgica a estas reflexiones, Elena Trapé y sus colaboradores han escrito un sobrio y riguroso guión en el que dos chicos y dos chicas, con estudios superiores, viajan a un Berlín invernal para dar una sorpresa a su amigo Comas y felicitarlo en su 35 aniversario, pero en plan no sale como esperaban. El fin de semana va acentuando sus diferencias, sus distancias mentales y afectivas, su incomunicación… hasta romper la amistosa relación que había entre ellos. Esta breve estancia en una ciudad tan brumosa y gris pondrá de relieve los desencuentros y el naufragio personal de todos pese a sus esfuerzos en ocultar los propios fracasos. El film es un rotundo desmentido de ese ingenuo optimismo voluntarista que había proclamado el viejo bolero de Lucho Gatica cuando cantaba “Dicen que la distancia es el olvido, pero…”.
Los estragos del paso del tiempo —no sólo físicos— y la descomposición del grupo ponen de manifiesto el inevitable cambio de los individuos , las diferencias que se acentúan, la pérdida de la inocencia juvenil, la inutilidad de un idealismo trasnochado y la trampa de la camaradería sublimada. Buena realización, sin artificios formales, que materializa una mirada tan sencilla y directa como lúcida y melancólica —las canciones que estuvieron de moda— que va desnudando a los personajes y revelando sus conflictos. Es el realismo de lo inmediato, de los gestos, las palabras rutinarias, los disimulos y los silencios.
Lamentablemente tuve que sufrir una proyección defectuosa con un sonido que hacía difícil entender todos los diálogos y una fotografía torpemente iluminada, oscura y sin la necesaria nitidez. Ignoro si ello se debe a la escasez presupuestaria y la consiguiente pobreza técnica o si se trata de una elección formal consciente destinada a denotar una vida triste, llena de frustraciones e inseguridades.
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