(2) RODIN, de Jacques Doillon.

ESCULTURAS Y MUJERES
Un biopic que exalta a Augusto Rodin (1840-1917) como escultor a la vez que subraya su carácter mujeriego y su egocéntrico modo de relacionarse con los demás. A Jacques Doillon le habían encargado realizar dos documentales sobre el artista con motivo del centenario de su muerte y aprovechó el abundante material recopilado en el Museo Rodin (París) para hacer este largometraje biográfico de ficción que fue presentado en el festival de Cannes 2017 y que lleva música de Philippe Sarde aunque no consigue profundizar adecuadamente ni en la creación escultórica del artista —aprendizaje, influencias, características formales, etc.— ni en los recovecos más profundos y oscuros de su vida privada —rehusó comprometerse con las mujeres que amó, no reconoció a un hijo suyo…—.
Recreado eficazmente el escultor por el actor Vincent Lindon, la película dedica gran parte de su metraje a su apasionado y luego tormentoso idilio con Camille Claudel —hermana del poeta católico conservador Paul Claudel—, que dedicó diez años de su vida desde 1882, cuando ella tenía 20 años, a servir a su admirado Auguste de modelo, discípula y amante. Lamentablemente, tras haber caído en el alcoholismo, falleció después de un largo internamiento en un manicomio. Su personaje, ignorado y marginado por su propia familia pero muy popular en tiempos posteriores, había sido ya protagonista de dos filmes biográficos dirigidos por Bruno Nuytten (1988) y por Bruno Dumont (2013), en los que Camille fue encarnada, respectivamente, por Isabelle Adjani y por Juliette Binoche.
Rodin elaboró numerosos bustos, figuras y monumentos, tuvo que soportar con dolor la incomprensión y el rechazo de críticos y profesores reacios a la modernidad y alcanzó una gran fama con La puerta del infierno —un homenaje a Dante— y la polémica estatua dedicada a Balzac, aunque hay también en el film breves referencias a otras obras maestras como Víctor Hugo, El beso y El pensador. Sus trabajos, empleando sus manos y algún artilugio para medir los volúmenes, se volcaron sobre materiales tan diversos como el barro, el yeso, el bronce y el mármol.
Todos los expertos coinciden actualmente en destacar la capital importancia de Rodin en la evolución del arte escultórico: su estilo fue cambiando desde el naturalismo post-romántico al impresionismo para terminar abriendo las puertas a las vanguardias del siglo XX. Profundo admirador del trabajo del renacentista Miguel Ángel, sus obras dan la sensación de estar vivas y en constante movimiento.
Jacques Doillon ha optado por una puesta en escena bastante ascética y clásica con largos planos fijos, una iluminación por zonas, cortas secuencias separadas por fundidos en negro y diálogos con frases frecuentemente estereotipadas. Apenas hay referencias al contexto socio-histórico que enmarcó la existencia y la profesión de Rodin —la Comuna, la guerra franco-prusiana, el anti-semitismo, la revolución industrial, sus trabajos alimenticios como decorador, el ambiente artístico conservador, etc.— aunque aparecen en el film fugazmente, en un intento de conferir al producto un prestigio cultural y una qualité algo impostada, una docena de excelentes escritores y magistrales pintores de finales del siglo XIX.
Una película divulgativa que presenta lagunas e insuficiencias.
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