(2) EN TRÁNSITO, de Christian Petzold.

EL PASADO SE HACE PRESENTE
Del interesante cineasta alemán Christian Petzold —responsable de Bárbara (2012) y Phoenix (2014)— era de esperar una adaptación muy personal de la novela Tránsito de Anna Seghers, seudónimo de Netty Radványa (1900-1983), una militante comunista que escapó de la persecución nazi en 1933 y que se afincó en México tras pasar por diversos países antes de retornar al Berlín oriental en 1947, año de la publicación de su novela, de un estilo adscrito al “realismo socialista” y lleno de referentes probablemente autobiográficos.
Pero el realizador se ha permitido introducir cambios importantes a la hora de elaborar el guión, centrado en el intento de huida en barco a América de numerosas personas —alemanas y de otras nacionalidades— desde la Europa ocupada por los nazis en la II Guerra Mundial, con París y Marsella bajo el control de las tropas alemanas mientras viven escondidos multitud de fugitivos y desarraigados sin patria ni hogar.
Las razones de este trastoque temporal manteniendo los mismos personajes y situaciones las justifica Christian Petzold por su deseo de no utilizar el relato de carácter histórico, de época, prevaleciendo su intención de retratar el presente europeo como similar al de antaño: el drama de los miles de refugiados que huyen de las guerras, la miseria o la represión ideológica, el auge de los nacionalismos de rasgos neofascistas y la presencia en la antigua RDA de edificios y lugares de los años 30 y 40 que coexisten con otros de diseño más moderno.
Al relato se ha añadido una voz en off en tercera persona y en el mismo menudean los peligros, los controles, el papeleo oficial, los sobornos, el miedo, la usurpación de identidades y un prioritario afán de supervivencia, aunque las diferencias de contexto y de momento histórico trastoquen, a mi entender, el alcance del texto original.
Posiblemente, la idea del guionista-realizador ha sido la de lograr una especie de parábola de validez intemporal aunque con las limitaciones producidas por la eliminación de toda referencia política e histórica, resultando los personajes excesivamente abstractos, como frías piezas de un tablero colectivo sin particulares atributos sentimentales, una opción estilística que seguramente ha obedecido al empeño de sortear todo efectismo melodramático.
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