(2) EL HOMBRE QUE MATÓ A DON QUIJOTE, de Terry Gilliam.

CAOS EN LA MANCHA
De la novela en dos partes Don Quijote de la Mancha (1605-1615) de Miguel de Cervantes se han hecho numerosas adaptaciones al cine y se han aprovechado muchos de sus famosos personajes para hacer películas de diferentes características, con escaso acierto por lo general, y más o menos fieles a los planteamientos originales.
Como versiones más fidedignas y cercanas al libro podemos citar los filmes G. W. Pabst, Lau Lauritzen, Rafael Gil, Grigori Kozintsev, Carlo Rim y Manuel Gutiérrez Aragón. Notables también son algunos ensayos fílmicos sobre la obra cumbre de Cervantes, documentales y relatos de ficción a cargo de Richard R. Bennett, Orson Welles-Jesús Franco, Gerardo Herrero-Esteve Riambau-Carlos Rodríguez y Keith Fulton-Louis Pepe. Ha habido además comedias y parodias a cargo de Miguel M. Delgado y Roberto Gavaldón; filmes y serie de dibujos animados de José Mª Blay-Arturo Moreno, Antonio Zurera y Cruz Delgado; musicales de Arthur Hiller y Luis Lucia; un documental de José Andrés Alcalde; un western de Robert Butler e incluso dos disparatados productos eróticos salidos de la imaginación de Raphael Nussbaum y de Gabriel Iglesias.
Nos llega ahora la particular visión que de la obra cervantina ha tenido Terry Gilliam —un ex Monty Phyton—, un descoyuntado relato de ficción que poco tiene que ver con el original literario y que ha sufrido un retraso de más de 20 años desde el rodaje de sus primeras tomas, con los consiguientes cambios en el guión y en los intérpretes, por causas diversas achacables a desastres naturales, accidentes personales, problemas de producción y pleitos en los juzgados.
Del realizador Terry Gilliam, caracterizado por su desbordante imaginación, su peculiar trayectoria profesional y su caprichoso impulso creador, puede esperarse cualquier cosa —desde rasgos de genialidad a muestras de banalidad—como han evidenciado muchos de sus discutidos filmes: Los héroes del tiempo (1981), Brazil (1985),Las aventuras del barón Münchausen (1988), El rey pescador (1991), 12 monos (1995), Miedo y asco en Las Vegas(1998), Tideland (2005), El secreto de los hermanos Grimm (2005), El imaginario Dr. Parnassus (2009), The zero theorem (2013), entre otros.
En su particular Quijote adopta el género de ficción articulando los diversos elementos con absoluta libertad: mezcla de pasado y presente —los dos distintos rodajes del film, el siglo XVII y el XXI—, tipos y aventuras extraídos del libro junto a otros totalmente inventados… con predominio de un estilo narrativo ligado a la farsa, el surrealismo y el absurdo.
El resultado del montaje de estos diversos materiales es un relato caótico que viene a plasmar un guión carente de una estructura lo bastante sólida y coherente para evitar un discurso demasiado disperso, una mera acumulación de ocurrencias que plantea la cuestión teórica de si todo es válido en el cine —invocando la creatividad, la fantasía, el delirio, etc.— cuando parece no existir una rigurosa correspondencia entre significantes y significados, entre los signos y su clara (o legítima) interpretación.
Los actores y actrices van a su aire sin un rumbo y un objetivo definidos, lo que debiera achacarse a una errónea dirección que carece del imprescindible diseño y control sobre el plan general. La escasez de medios materiales —una insuficiente financiación, sin duda— se quiere paliar con soluciones expresivas poco funcionales y efectivas. Lo único verdadero y palpable son los paisajes y decorados naturales que sirven de ambientación a este ensayo fílmico tan dado a la divagación, lo inconcreto y lo arbitrario: los páramos y ruinosas fortalezas de Castilla, los palacios de Portugal y los volcanes de Fuerteventura.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.