(3) LOVING PABLO, de Fernando León de Aranoa.

ASCENSO Y CAÍDA DEL REY DE LOS NARCOS
Siendo conocedores de la brillante trayectoria cinematográfica de Fernando León de Aranoa (Madrid, 1968) no debería sorprendernos la buena calidad de su último trabajo en torno a la carrera delictiva y la vida privada del narcotraficante colombiano Pablo Escobar 1949-1993), donde logran conjugarse satisfactoriamente los postulados del cine de “autor” con las exigencias comerciales de la industria del espectáculo audiovisual.
La producción de Loving Pablo ha sido básicamente española, con participación de RTVE y una especial contribución financiera de sus protagonistas Javier Bardem y Penélope Cruz —magníficos actores—, aunque el rodaje se efectuara en inglés para facilitar su explotación internacional, una operación llena de incoherencias idiomáticas que se agravaron con el doblaje de la película, empleando diferentes y arbitrarios acentos en la pronunciación de la lengua española.
Este relato riguroso sobre el fulgor y la muerte del más poderoso narcotraficante de la Historia —que llegó a ser elegido diputado del Congreso debido a su popularidad, a su generosidad con los descamisados—, fundador y jefe del importante cártel de Medellín, ha sido elaborado principalmente a partir del libro autobiográfico de Virginia Vallejo, famoso y refinada periodista televisiva —ella intentó compensar con su cultura y distinción la rudeza de modales del “nuevo rico” — que asume el punto de vista narrativo para ofrecernos su testimonio como amante de Pablo Escobar entre 1982 y 1987, un contradictorio macho latino que, por otra parte, adoraba a su legítima esposa y a sus hijos. Pero la locutora, colmada de lujosos regalos y de dinero aunque rechazada profesionalmente por todos, acabó viéndose obligada a colaborar con la policía cuando el traficante, acosado por los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, emprendió una incesante huida que sólo finalizó al ser mortalmente abatido.
Un guión preciso y riguroso, sin superfluas desviaciones narrativas, nos muestra con seriedad no sólo el carácter del antihéroe protagonista sino también los pormenores del millonario negocio de la cocaína, el poder corruptor del dinero, la rivalidad y el reparto de las zonas operativas por parte de los diversos grupos mafiosos, los frecuentes viajes a Estados Unidos, el blanqueo de capitales, las sofisticadas técnicas de investigación de la policía internacional y de los militares nacionales, etc. Una crónica realista servida por una realización directa y contundente que no disimula la baja catadura moral de Pablo Escobar, un hombre dotado de grandes dotes de intuición y de mando que operaba en medio de un país repleto de gente pobre y que era reclutada y pagada generosamente por el patrón.
La película lanza una mirada ética e ideológicamente comprometida sobre una permanente y cruel violencia que ya no hace del criminal un héroe, como sucede ahora en el peor cine comercial de acción, una herencia del Hollywood de los años 30, cuando tras la conocida Ley Seca las autoridades tuvieron que obligar a los productores a presentar a los más célebres mafiosos, encarnados por famosas estrellas de la pantalla, como unos meros psicópatas asesinos.
Un film muy recomendable que nada tiene que envidiar a otros títulos foráneos del mismo género, a la vez intimista y espectacular, fotografiado en un amplio formato panorámico y realizado con honestidad, que dedica una especial atención al marco socio-económico e histórico de los acontecimientos.
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