(4) SIN AMOR (LOVELESS), de Andrey Zvyagintsev.

LA BÚSQUEDA DEL HIJO DESAPARECIDO
Considerado uno de los maestros del cine ruso actual, Andrey Zvyagintsev cursó estudios para ser actor de teatro e intervino en series de TV, en uno de cuyos episodios debutó como director con un talento que sacó a relucir en las admirables películas El regreso (2003), Elena (2011) y Leviatán (2014). Ahora su excelencia viene confirmada por Sin amor (Loveless), premio del jurado en el último festival de Cannes y merecedora de dos premios del Cine Europeo —mejor banda sonora y mejor fotografía —.
El nuevo film, inspirado en Secretos de un matrimonio (1973), serie de TV y película de Ingmar Bergman, está ambientado en un gris Moscú otoñal y narra, con vigorosos planos expresivos, el drama familiar originado por el tormentoso proceso de divorcio de una pareja de clase media (Boris y Zhenia), lleno de rencor y de reproches mutuos, cuya víctima principal es su hijo Alyosha de 12 años, que opta por fugarse de casa al sentirse desatendido, pues sus padres están intentando rehacer sus vidas con otras personas.
La desaparición del muchacho, siempre ausente pero convertido en pretexto narrativo en el relato, provoca una serie de acontecimientos que despiertan no sólo la angustia inevitable de sus padres sino también su sentimiento de culpa. Su arraigado egoísmo contrasta sin embargo con la actividad desinteresada de una ONG dedicada a la búsqueda de desaparecidos.
Sin amor (Loveless) es una película admirable, excelente, probablemente una de las mejores de este año, una crónica realista que combina sabiamente la dimensión individual —llena de matices psicológicos— de los protagonistas con el penoso retrato colectivo de una sociedad post-comunista (la imperial Rusa capitalista de Putin) obsesionada mezquinamente por un consumo y un confort de “nuevos ricos” propios de una época posmoderna caracterizada por la violencia, la crisis de valores y la deshumanización.
Andrey Zvyagintsev, acusado de antipatriota por la amarga y crítica visión que nos ofrece de su país, demuestra también en esta ocasión su valía como excelente realizador: perfectos encuadres, un ritmo preciso, crudos diálogos, gran riqueza descriptiva y abundantes sugerencias sin necesidad de subrayados ni de recursos melodramáticos, sin olvidar la dimensión casi metafísica que su cámara, al modo de su admirado Andrei Tarkovski, otorga a la Naturaleza, un bosque en este caso.
Relato dotado de un poderoso aliento humanista y ético, Sin amor (Loveless) viene a ejemplificar el aserto de Jean-Paul Sartre de que “El infierno es el otro” cuando cada uno de los cónyuges reprende los defectos ajenos pero se muestra incapaz de reconocer las propias culpas. Extraordinario.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.