(3) RECUERDOS DESDE FUKUSHIMA, de Doris Dörrie.

LAS HUELLAS DEL TSUNAMI
La 13ª película de la alemana Doris Dörrie que llega a nuestras pantallas, rodada íntegramente en Japón y en el inusual formato fotográfico del blanco y negro, es resultado de la fascinación que la realizadora experimentó ante el país nipón cuando lo visitó por primera vez en 1985 para presentar En mitad del corazón (1983) en el festival de Tokio, sorprendiéndole la extrema amabilidad del público local. Desde entonces ha hecho numerosos viajes a las islas e incluso ha rodado allí parte de algunos de sus filmes, entre los que destaca Cerezos en flor (2008), realizado con el mismo equipo técnico que Recuerdos desde Fukushima (2016).
Hay un implícito homenaje a Hiroshima, mon amour (Alain Resnais, 1959) tanto por las diferencias personales entre Oriente y Occidente como por la traumática repercusión en la población de un desastre colosal, en este caso el terremoto, el tsumani y el estallido de la central nuclear acaecidos en 2011. El personaje de la joven alemana —la actriz Rosalie Thomass—, que marcha a Japón enrolada en una ONG para hallar remedio a su malestar interior, abandona la compañía —una especie de “Payasos sin fronteras” en donde aparece como actor su fundador Moshe Cohen— sin hallar la paz anímica que anda buscando. Y lo logra conviviendo con una antigua geisha, la última superviviente en su oficio, encarnada por la actriz Kaori Momoi —que intervino en el film Memorias de una geisha (Rob Marshall, 2005)—, con la que entabla una sólida y afectuosa relación.
Como telón de fondo social se mantiene en el recuerdo colectivo la catástrofe de Fukushima con la destrucción de los campos de arroz, la contaminación ambiental, los familiares desaparecidos, la tristeza, desmoralización y pobreza provocados por el terrible suceso. A ello se añaden las dificultades que para normalizar sus vidas tienen unos ancianos que se resisten a abandonar la zona devastada como ya han hecho los más jóvenes. La intención de María de dar un sentido a su existencia, alejándose de Alemania, choca con la desgracia de la población japonesa de mayor edad, que sólo aspira a sobrevivir.
Nos hallamos ante una película de mujeres y de sentimientos con la búsqueda en común de un renacimiento personal, un relato que puede parecer algo reiterativo y sin la progresión dramática requerida. Pero su delicado lirismo justifica el aparente estancamiento narrativo. Se muestran escasos acontecimientos en sus 104 minutos de duración pero ello se compensa con la intensidad de las vivencias mostradas con una sabia estilización expresiva.
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