(4) LA VIDA Y NADA MÁS, de Antonio Méndez Esparza.

REBELDE CON CAUSA
Del madrileño Antonio Méndez me gustó Aquí y allá (2012), una producción que recibió el apoyo del Sundance Institute y que constituyó un modélico film independiente rodado en México y premiado en Cannes. Ahora ha filmado en Florida su segundo largometraje titulado La vida y nada más en lengua inglesa y con actores afroamericanos no profesionales. Narra los problemas económicos y familiares de Regina, una madre soltera responsable de una niña pequeña y de un hijo adolescente que empieza a coquetear con la pequeña delincuencia.
Excelente película —premiada por la crítica internacional, la FIPRESCI, en el festival de San Sebastián— que es una crónica social de alcance testimonial, elaborada a base de fragmentos del acontecer cotidiano y que está protagonizada por unos personajes pertenecientes a una clase trabajadora en constante situación de pobreza, aquella que pasa de un empleo a otro con escasa retribución y sin estabilidad alguna.
La cámara filma los planos en posición fija, observando los acontecimientos de cada día con tanta objetividad como sencillez —cualidades que ocultan una preparación muy rigurosa—, con un estilo naturalista que deja el meritorio oficio del director en la sombra y que busca la autenticidad mediante un honesto discurso fílmico que evita todo “mensaje” explícito pero cuyo compromiso ideológico y ético puede encontrarse sin dificultad alguna: la injusta diferencia de clases, la dura búsqueda de la dignidad personal, la falta de oportunidades para ascender en la escala social, etc. Un film que pone en tela de juicio el “sueño americano” de prosperidad y que fue rodado precisamente durante las elecciones presidenciales que llevaron a Donald Trump a la Casa Blanca.
La película aborda sin subrayado alguno numerosas cuestiones, centrando especialmente su atención en las problemáticas relaciones entre una madre que intenta en vano encauzar satisfactoriamente su existencia y un hijo sin el modelo de un padre. A propósito de La vida y nada más la crítica ha insistido en su carácter neorrealista o de “cinema verité” por haber acertado a la hora de combinar narrativamente la ficción con el estilo documental, un modo inteligente de mostrar la verdad gracias a la coherencia alcanzada entre un contexto realista y unos personajes construidos con enorme acierto. ¡Que los responsables de la película alcancen el éxito que merecen en su intento de hacer un cine que sea, al mismo tiempo, rentable y de calidad!
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