(3) TIERRA DE DIOS, de Francis Lee.

DOS GRANJEROS ENAMORADOS
Primer largometraje de Francis Lee, autor también de su guión inspirado en aspectos autobiográficos, una producción británica premiada en los festivales de Sundance, Berlín y Edimburgo, entre otros, que algunos comentaristas han relacionado con Brokeback Mountain (Ang Lee, 2005). Ambas películas comparten una temática homosexual ubicada en un ambiente rural, pero si en la estadounidense se aborda la dificultad de “salir del armario” en un medio puritano, en Tierra de Dios se narra el esfuerzo de dos jóvenes gais para aceptarse a sí mismos y procurar alcanzar la felicidad en su relación amorosa.
Johnny es un granjero que cría vacas y ovejas en el norte de Inglaterra (Yorkshire), volcado obsesivamente en el alcohol y en encuentros sexuales ocasionales para olvidar su carácter atormentado por la soledad y la frustración hasta que se enamora de un inmigrante rumano contratado temporalmente por su pequeña empresa familiar. La redención personal del protagonista va asociada pues a un largo y dificultoso proceso de apertura afectiva y erótica, logrando romper su amargado hermetismo para intercambiar sentimientos y librarse de su sometimiento filial.
Lo mejor del film es seguramente la forma con que se han integrado sus tres principales líneas temáticas: las relaciones amorosas homosexuales —sin asomo alguno de cursilería ni de moralismo—, el temperamento seco y autoritario de su padre discapacitado y, sobre todo, el tono documental perfectamente plasmado de las labores propias de una explotación ganadera, con el cuidado de los animales hasta llegar a su destino comercial. En todos estos aspectos no hay idealización bucólica alguna: el realismo se impone a cualquier tentación de endulzar el relato.
El método de creación de los personajes —especialmente de los protagonistas— fue minucioso y dilatado para reflejar con la mayor autenticidad los aspectos personales, familiares y laborales de la historia, las molestias de un clima invernal muy riguroso y unos paisajes tan inclementes como bellos. Una estupenda fotografía logra compaginar los planos generales de campos y granjas con las tomas próximas a los rostros de unos actores cuyas miradas expresan muchas más cosas que los estrictos diálogos de su banda sonora.
El film tiene un aire más intimista que social, aunque no falta alguna breve alusión a la calamitosa situación de Rumanía —hay comentarios xenófobos y racistas de ciudadanos tan conservadores como ignorantes— y al problemático futuro económico de las granjas familiares con sus reducidas explotaciones ganaderas. El rodaje se llevó a cabo por orden cronológico para favorecer y mostrar fielmente la evolución psicológica de los personajes, utilizando siempre decorados naturales y ropas de trabajo adquiridas en modestas tiendas de los alrededores.
Tierra de Dios termina con una secuencia —de archivo— elaborada mediante imágenes documentales rodadas por Francis Lee algunos años antes en las que aparecen campesinos y trabajos agrícolas realizados por familiares y vecinos del propio realizador.
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