(3) EN REALIDAD, NUNCA ESTUVISTE AQUÍ, de Lynne Ramsay.

El MERCENARIO
El moderno thriller es el resultado de la evolución y la mezcla de diversos géneros clásicos como son el cine de gángsteres, el policiaco, el drama psicológico y el relato de acción. Surgió un nuevo estilo, ahora desligado del naturalismo, con personajes de mayor complejidad psicológica, un entorno social más determinante y un lenguaje fílmico de mayor alcance creativo, más personal y vanguardista, con audacias formales que denotan la presencia de un “autor” detrás de la cámara. Se admitieron ya las escenas oníricas, lo imaginario, un montaje que manipulaba libremente el espacio y el tiempo y una construcción de personajes al modo freudiano, más allá del psicologismo tradicional. Sin que faltaran, desde luego, la imprescindible intriga y el suspense.
La nueva película de la escocesa Lynne Ramsay (Glasgow, 1969) causa un evidente impacto en el espectador pese a que ya conocíamos la singularidad de su trabajo gracias a la interesante Tenemos que hablar de Kevin (2011). En realidad, nunca estuviste aquí es una coproducción entre USA, Gran Bretaña y Francia basada en una novela corta de Jonathan Ames y fue premiada el último festival de Cannes —mejores actor y guión—. El protagonista —destacar la excelente labor interpretativa de Joaquín Phoenix— es un veterano de guerra, lleno de cicatrices y de tatuajes, un hombre solitario y atormentado que ejerce como justiciero “ejecutor” a sueldo. En esta ocasión se le encarga resolver un turbio asunto de explotación sexual de menores. Su experiencia y efectividad le permiten generalmente salir airoso pero en su última misión hay involucrados importantes cargos políticos que dificultan no poco la resolución del caso. A la memoria nos vienen las referencias a El silencio de un hombre (Jean-Pierre Melville, 1967) y a Poder absoluto (Clint Eastwood, 1997).
La película está narrada con abundantes elipsis que sugieren más que muestran las acciones cargadas de violencia dejando ver sólo sus temibles efectos en un submundo corrompido y cruel que no excluye la traición, que en esta ocasión origina una espiral de sangre y mortandad tan incontenible como envenenada por la sed de venganza. La música de Jonny Greenwood —guitarrista del grupo Radiohead— contribuye a reforzar el poder expresivo de este notable thriller.
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