(3) THE SQUARE, de Ruben Östlund.

UNA SOCIEDAD DESQUICIADA
Del cineasta sueco Ruben Östlund tuvimos la oportunidad de ver estrenada entre nosotros la excelente Fuerza mayor (2014), película premiada en Cannes y en Sevilla. Ahora nos llega la original, satírica y provocadora The Square, ganadora de la Palma de Oro en el último festival de Cannes. El eje narrativo del relato es asumido por el director de un museo de arte moderno de Estocolmo, especializado en instalaciones y performances, que aquí se consideran meros productos de marketing, como un fraude respaldado por supuestos expertos de prestigio dispuestos a seducir al público mediante análisis teóricos pedantes y artificiosos en torno a montajes de dudoso valor cultural.
El film tiene como objetivo primordial inquietar al espectador acomodaticio mediante el sistemático ataque a lo “políticamente correcto”, utilizando un humor conceptual que requiere cierto esfuerzo para su correcta interpretación. El protagonista es un ejecutivo sumido en contradicciones: un burgués “progre” amante de las nuevas tecnologías, un defensor del arte supuestamente comprometido pero en realidad pedante y esnob, un difusor de los valores humanos y de la solidaridad que, tras ser víctima de un robo, se muestra implacable persiguiendo como sospechosos a gente sin recursos y a inmigrantes.
Esta coproducción sueca —con aportaciones procedentes de Dinamarca, Alemania y Francia— se presenta como una comedia del absurdo, de lectura no siempre asequible, que sorprende por la imaginación y el talento empleados —se rodó improvisando mucho y con largos planos-secuencia— pese al sentido demasiado explícito de algunas escenas, a su excesiva duración y al desigual interés de las secuencias. La idea de hacer la película surgió de unas instalaciones en las que intervino el realizador en diversas ciudades nórdicas —unos cuadrados luminosos como espacios simbólicos de la igualdad y el respeto entre las personas allí establecidas— y, más remotamente, de una exposición de la Universidad de Princeton (USA) en 1973 titulada “El buen samaritano”.
La película se muestra sarcástica en lo relativo a las presuntas buenas intenciones de ciudadanos que, en realidad, suelen actuar de forma egoísta y desconfiada. Ruben Östlund recrea y analiza las conflictivas relaciones entre los individuos y la sociedad burguesa en la pueden coexistir las lujosas cenas de gala con los mendigos abandonados a su suerte. Como buen cine moderno, The Square oculta sutilmente sus puntos de vista y las propuestas que deben buscar e identificar los espectadores en el interior de una estructura narrativa caótica, acumulativa, y de muchas situaciones aparentemente sin sentido.
La clásica progresión psicológica se transforma aquí en una sucesión de acciones desmadradas que, no obstante, van destilando sus juicios de valor: la cada día mayor brecha que separa a los pobres de los ricos; el hipócrita mantenimiento de reglas sociales y de normas morales sistemáticamente conculcadas; la coactiva influencia del grupo sobre el individuo y el chantaje contra su conciencia personal —una explicación de la “banalidad del mal” de Hannah Arendt—, una consecuencia de la obediencia ciega a la autoridad y de la irresistible influencia de determinados contextos, capaces de anular las normas éticas asumidas previamente por los seres humanos.
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