(3) EL AUTOR, de Manuel Martín Cuenca.

LITERATURA, ¿INSPIRACIÓN O TRANSPIRACIÓN?
Manuel Martín Cuenca (Almería, 1964) se había ganado un merecido prestigio con sus películas El juego de Cuba (2001), La flaqueza del bolchevique (2003), Malas temporadas (2005), Últimos testigos (2009), La mitad de Óscar (2010) y Canibal (2013). Ahora ha adaptado la primera novela de Javier Cercas —El móvil, 1987—obteniendo el premio FIPRESCI, otorgado por la crítica, en el festival canadiense de Toronto, contando con el excelente actor Javier Gutiérrez y con la colaboración musical del popular cantautor José Luis Perales acompañado de su hijo Pablo. El film narra la peripecia del empleado de una notaría sevillana, Álvaro, que aspira a convertirse en un buen escritor de novelas, asistiendo para ello a una clase de creación literaria donde el profesor le reprocha su falta de garra y de implicación así como el ignorar que los personajes de ficción deben parecerse también a los seres humanos reales para poder alcanzar la mayor autenticidad.
Los obstáculos a que se debe enfrentar el protagonista son abundantes: aunque resulta difícil poder vivir profesionalmente de los libros, su esposa ha logrado el éxito con un superficial best-seller lleno de lugares comunes. La película está cuajada de sugerentes ideas aunque los estudiosos ya habían explicado muchas veces la complejidad de la creación literaria aclarando que no bastaba con copiar o imitar la realidad —tanto la física como la psicológica— tras una atenta observación de la misma sino que interviene además de forma decisiva la imaginación, el persistente empeño en la labor de escritura y la técnica compositiva, la estructura otorgada al relato. Aunque lo fundamental, de hecho, sea la forma narrativa empleada en el trabajo ya que es el lenguaje —las palabras y su articulación— y no la verdad o mentira de lo escrito el factor decisivo a la hora de valorar el mérito de un libro. El dominio de todos estos requisitos constituye, seguramente, lo que llamamos “talento”.
El realizador del film ha reconocido que la ironía y el humor negro han sido elementos básicos en esta adaptación del texto de Javier Cercas —el valor de una obra, dice, es relativo y depende en gran medida de la opinión de los demás, del juicio crítico de los expertos— y es de este modo como se pretende justificar el rebuscado artificio de la trama del film: Álvaro provoca determinadas situaciones y manipula a amigos y vecinos para describir luego todos esos personajes y sucesos como pertenecientes a la vida real… hasta que los problemas que van surgiendo inopinadamente acaban perjudicando su plan. La obsesión enfermiza de convertirse a cualquier precio en “autor” tiene su lado negativo: el deterioro moral, la pérdida de la dignidad e incluso de la propia libertad.
Para Martín Cuenca, no obstante, todo proceso de creación artística —incluyendo la literaria— puede verse afectado por la neurosis, la intervención del azar o el autoengaño, pues entre lo real y lo ficticio se establece una singular relación que empuja al autor a debatirse incesantemente entre el narcisismo y el fracaso. La película está muy cuidada en sus aspectos formales: basta fijar la atención en el decorado de la nueva casa de Álvaro, reflejo de la soledad del protagonista, con ausencia de mobiliario, un ambiente aséptico carente de calor humano y de color —las blancas paredes desnudas—, con la sola y fundamental presencia de la máquina: un ordenador.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.