(2) SAURA(S), de Félix Viscarret.

El artista y su familia
Esta es la segunda entrega, tras la dedicada a Basilio M. Patino, de la serie documental “Cineastas contados” que se pretende realizar sobre los más importantes creadores del audiovisual hispano. El director elegido para este trabajo es Félix Viscarret (Pamplona, 1975), responsable de Bajo las estrellas (2007), El canto del loco: la película (2009) y Vientos de La Habana (2016), que ha fijado su atención en el prestigioso Carlos Saura (Huesca, 1932), de cuyas más de 40 películas ha seleccionado aquí fragmentos de una docena de ellas y algunos de sus diálogos además de fotografías de intérpretes participantes. Por cierto, momento es de recordar que Saura fue un icono fílmico de la Transición Española pero también que fue objeto de la ira de los fascistas y del menosprecio de sectores izquierdistas entonces afectados por los excesos dogmáticos de la semiología y del estructuralismo.
Pero Saura(s) no es un estudio estrictamente cinematográfico sobre el aragonés sino un retrato amplio que conjuga su trayectoria profesional, muy resumida, con su vida privada y esto se hace fundamentalmente mediante conversaciones con sus hijos (6 hombres y 1 mujer), fruto de 4 compañeras con las que convivió sucesivamente, faltando únicamente la presencia física del único vástago que tuvo que Geraldine Chaplin, afincado y ocupado en Estados Unidos.
Se nos informa, pues, de su labor polifacética como guionista, director, fotógrafo, pintor y experto en música; de su relación distante pero afectiva con sus descendientes; de los muchos viajes efectuados y de los homenajes recibidos; de las opiniones de sus hijos, con luces y alguna sombra, sobre su función de padre; de su amistad con grandes figuras del cine; de las diversas etapas de su carrera… En todo momento Saura se muestra un tanto discreto y evasivo, dejando claro que no le gusta rememorar el pasado y que es contrario a todo sentimentalismo emparentado con la nostalgia.
Félix Viscarret no sólo ha utilizado para el film abundantes materiales de archivo, sino también espejos, pantallas, habitaciones repletas de objetos personales, dibujos y pinturas… una manera de evitar la monotonía de las conversaciones y de enriquecer los planos con luces, colores y reflejos que, palpablemente, siguen la estela del maestro Vittorio Storaro.
De la película salimos conociendo del biografiado su amor a la soledad y la independencia a la vez que su necesidad de compañía femenina, su obsesión por una libertad personal que a alguno le podrá parecer egoísmo, una cierta frialdad de temperamento que nunca le impide estimar a sus hijos y amigos… En suma, una complejidad de carácter que es distintiva de no pocas personas eminentes. Y también, como resumen, nos enteramos de que sus mayores preocupaciones giran en torno al transcurso del tiempo, el bienestar hogareño y las buenas relaciones paterno-filiales.
Como advertencia y posible broma final hay que destacar su reflexión sobre la “mentira” del cine, no sólo en los relatos de ficción sino también en los reportajes documentales presuntamente realistas. Quizás esta afirmación no sea otra cosa que una actitid adoptada a la defensiva.
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