(2) EL ÚLTIMO TRAJE, de Pablo Solarz.

SUPERVIVIENTES DEL HOLOCAUSTO
Esta coproducción hispano-argentina —con participación de Gerardo Herrero— es el segundo largometraje de Pablo Solarz, que rinde así homenaje a su abuelo paterno, un sastre judío cuya familia emigró desde Polonia a la Argentina en periodo de entreguerras, aunque la historia que se narra es fruto de una conversación oída casualmente sobre el largo viaje de un nonagenario desde Buenos Aires a Lodz para encontrarse con un antiguo amigo católico que le ayudó a sobrevivir durante la ocupación nazi.
Pablo Solarz nos era conocido como guionista de la magnífica película de episodios Historias mínimas (Carlos Sorín, 2002) y de otras discretas comedias, pero gran parte del interés de su última realización descansa en la labor interpretativa de Miguel Ángel Solá —muy maquillado y envejecido para la ocasión—, Ángela Molina y Natalia Verbeke. El último traje, sin embargo, habría funcionado mejor como mediometraje pues en realidad su estructura y contenido son más propios de un cuento —alargado aquí un poco artificiosamente—, destacando los valores humanos y los momentos emotivos por encima de la lógica del relato: atravesar cojeando y con pocos medios el Atlántico y varios países de Europa para entregar un vestido a un amigo polaco que le ayudó a seguir con vida tras el Holocausto.
Increíblemente, el anciano Abraham, de frágil salud, se niega a ingresar en una residencia e inicia su aventurera escapada 70 años después de haber llegado a América al finalizar la guerra. El film se dedica a evocar el doloroso pasado y a saldar cuentas con unos y con otros, los solidarios y los egoístas.
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