(3) LA REGIÓN SALVAJE, de Amat Escalante.

REALISMO FANTÁSTICO
Éste es el quinto y último largometraje de Amat Escalante, cineasta mexicano del que sólo conocíamos el sorprendente Heli (2013), premiado en el Festival de Cannes, un film en el que también era perceptible su peculiar estilo, una inquietante mezcla de un realismo costumbrista anclado en la vida cotidiana de ciudadanos de escasa cultura y de modesta condición social por una parte y, por otra, elementos de carácter fantástico o terrorífico en una combinación altamente perturbadora tanto para el espectador como para los propios personajes del relato.
En La región salvaje, León de Plata a la mejor dirección en el Festival de Venecia 2016, se amalgama de forma singular la crónica social con la ciencia-ficción; las relaciones de pareja o familiares envenenadas por el machismo, la homofobia y la violencia; la aparición de ente alienígena, una especie de pulpo con tentáculos fálicos de claras connotaciones sexuales, con la alteración de la rutina existencia de los habitantes del lugar.
En su aspecto realista, el film nos remite a Los olvidados (Luis Buñuel, 1950) y toma prestado el ambiente decadente y retorcido de las crónicas negras de Arturo Ripstein, evidenciando también de manera patente la predilección de Amat Escalante por determinados modelos de cine fantástico-terrorífico: David Cronenberg, Andrzej Zulawski, Ridley Scott y otros.
La película ahora estrenada es tan dura como osada: las relaciones homosexuales entre cuñados; la masturbación femenina —la lejanía de mujeres y hombres en el terreno erótico—; el monstruo venido del exterior capaz de producir sensaciones placenteras de infinita intensidad en una mezcla de horror y de fascinación que acrecienta el morbo; ese extraño animal que viene a perturbar la “normalidad” de la pequeña comunidad y a liberarla de toda represión sexual…
El cine de Amat Escalante constituye un caso aparte tanto por la libertad creativa que asume como por la sensación angustiosa que produce con sus personajes situados al margen de toda moral pero sin escapatoria, infelices, encadenados a la mediocridad de su entorno. El retrato sin concesiones de un pueblo primitivo, alejado de la modernidad, regido por creencias y valores absolutamente arcaicos.
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