(3) EL AMANTE DOBLE, de François Ozon.

UNA MENTE PERTURBADA
La última película de François Ozon, la nº 16 que nos llega de las 20 que ha realizado, viene a confirmar la inteligencia y el refinamiento formal de este cineasta francés que, en este caso, ha adaptado libremente la compleja novela The Life of the Twins de la escritora estadounidense Joyce Carol Oates, rodando en formato digital y en cinemascope.
El film es un thriller psicológico-erótico con abundantes elementos de intriga y de suspense, aunque la decantación del director por un cine de género no determine la banalización de un relato que transita entre la realidad y la imaginación, en cuya plasmación fílmica muestra evidentes influencias de Inseparables —David Cronenberg, 1988—, además de la de otros trabajos de Hitchcock, Polanski y De Palma.
El punto de vista de la narración es el de la protagonista Chloé (Marine Vacht), una joven mentalmente trastornada, con probable depresión y neurosis, de quien la película materializa sus fantasías, especialmente volcadas en el terreno sexual y familiar —su madre, encarnada por la veterana Jacqueline Bisset—, con algún episodio violento, pero sobre todo explicitadas en su relación simultánea con dos psicoterapeutas, los hermanos gemelos Paul y Louis (Jérémie Renier), el primero convertido en su aparentemente equilibrado marido y el segundo asumiendo el papel de amante sádico y amoral.
En la historia del cine hay muchos inquietantes títulos relacionados con la locura, elaborados con mayor o menor fortuna, pero éste de François Ozon, pese a la palpable truculencia de su argumento, me ha parecido uo de los más serios y sugestivos de los últimos años. En el film Chloé mira e interpreta a su manera el mundo que la rodea, en especial la comunicación personal, los sentimientos y las pulsiones, convirtiendo muchas de sus vivencias en símbolos que nosotros, como espectadores voyeurs, apreciamos como una necesidad de liberarse de los convencionales límites de su sexualidad, como un intento fallido de ordenar su propia confusión perceptiva y valorativa, además de navegar inconscientemente en busca de su verdadera identidad —imágenes de vagina-ojo, la distinta y opuesta decoración de los gabinetes de Paul y de Louis, el reflejo en los espejos, la duplicidad o multiplicidad de planos en la misma pantalla, etc.—, todo lo cual conduce a la conclusión de lo habitual que pueden resultar ciertas dosis de esquizofrenia en determinadas circunstancias, con pensamientos ligados a una concepción dual —el bien y el mal entremezclados— de las cosas.
Chloé había sido modelo y ahora trabaja como vigilante en un museo, circunstancia que permite mostrar una serie de cuadros cada vez más carnales y sanguinolentos —al modo de Francis Bacon— que aluden claramente a sus íntimas obsesiones y angustias. El amante doble nos hace reflexionar sobre el amor y la pareja, lo cotidiano y lo imaginario, el deseo y la satisfacción, el equilibrio y la frustración. Un film que vale la pena.
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