(2) JACQUES, de Jérôme Salle.

EL MARINO DEL GORRO ROJO
De Jérôme Salle (París, 1971) sólo habíamos podido ver el interesante thriller El secreto de Anthony Zimmer (2005) y ahora nos llega Jacques, una biografía del comandante Jacques-Yves Cousteau (1910-1997), aviador, marino y militar que se pasó al campo civil convirtiéndose en una leyenda que la película procura contemplar con objetividad retratando sus virtudes y sus defectos, aunque posiblemente hayan quedado en la sombra algunos episodios poco ejemplares de su ajetreada trayectoria vital.
Aunque la documentación sobre la figura del protagonista es muy extensa, la película ha adaptado en especial el libro de J. M. Cousteau y de Albert Falco, que narra diversos momentos de sus actividades submarinas y viajeras además de los conflictos en su ámbito familiar, sobre todo sus frías relaciones con su primera esposa Simone y con su hijo Philippe, fallecido prematuramente en un accidente aéreo.
Estupendas caracterizaciones de Lambert Wilson y de Audrey Tautou como el matrimonio Cousteau en un film que retrata al explorador de los océanos como un hombre egocéntrico, autoritario y mujeriego pero también como un valeroso y decidido aventurero que inventó la escafandra autónoma para el buceo prolongado, con botellas de oxígeno y una cámara hermética para filmaciones bajo el agua que abrió enormes posibilidades para la pesca deportiva, el estudio científico de la fauna marina y la realización de espectaculares películas: varios cortometrajes documentales y los largometrajes El mundo del silencio (1956), co-dirigido por Louis Malle, y El mundo sin sol (1964), premiados ambos con el Oscar al mejor documental y el primero de ellos con la Palma de Oro del Festival de Cannes.
La bella música de Alexandre Desplat hace aún más impactantes las imágenes en color que nos enseñan los diversos mares del mundo dentro del Calypso I, un viejo barco regalado por un millonario británico y restaurado en 1950.
No menos interesantes resultan las sucesivas etapas profesionales de Jacques-Yves Cousteau y la evolución de su punto de vista sobre el mundo que su equipo estaba explorando por vez primera. Pasó su etapa de científico idealista, se preocupó luego por el negocio y el espectáculo, pero como hombre de acción y mal administrador que era se encontró con serias dificultades financieras.
Gozando ya de una fama universal, aunque también hubo opiniones que dudaban del sentido ético de su labor, en sus últimos años se convirtió en un convencido ecologista y firme defensor del medio ambiente —propició el convenio internacional de protección de la Antártida—, profetizando muchos de los males que ahora nos agobian: contaminación de los mares, cambio climático, extinción de especies animales, etc.
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