(2) CHURCHILL, de Jonathan Teplitzky.

LA CARA OCULTA DE UN ESTADISTA
Este biopic sobre Winston L. S. Churchill (1874 – 1965) presenta dos aspectos interesantes: el mostrar la parte menos conocida del famoso político conservador británico y el delimitar el marco temporal del relato, reducido a tres días que precedieron al desembarco aliado en Normandía, el mítico Día D, el 4 de junio de 1944.
No vemos aquí al Churchill heroico, firme y decidido del inicio de la II Guerra Mundial —autor de la conocida frase “Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor“—, sino al hombre agotado, deprimido y angustiado ante la responsabilidad de conducir a la muerte a miles de jóvenes soldados. En su recuerdo estaba la propia decisión que propició la gran masacre y humillante derrota en Gallipoli (Turquía) durante la I Guerra Mundial. Pero la orden de llevar a cabo la operación de invadir la Europa ocupada por los nazis, finalmente con éxito, fue decretada sin reservas por el general Eissenhover, el mariscal Montgomery e incluso el rey Jorge VI.
El Churchill adicto al tabaco —sus célebres cigarros puros— y al whisky encontró apoyo en los consejos y también reprimendas de su fiel esposa Clementine, uno y otra encarnados por el actor Brian Cox y la actriz Miranda Richardson. Aunque el film no ha buscado el parecido físico de los intérpretes con los auténticos personajes reales sino la veracidad de unos hechos convertidos en guión por la historiadora Alex von Tunzelmann, plasmado en película por el realizador Jonathan Teplitzky —Mejor que el sexo (2000), El desquite / Gettin’ Square (2003) y Un largo viaje (2013)—, un cineasta dominador de la corrección narrativa pero cuya académica puesta en escena evita todo riesgo y originalidad en el terreno expresivo.
La película es, además de una biografía condensada, un ejemplo de la colisión entre el poder civil —Churchill era primer ministro, ministro de Defensa y Gran Lord del Almirantazgo desde 1940, tras la retirada en Dunkerque— y los expertos militares que podían llevar a la victoria a las potencias aliadas. El epílogo del relato, seis meses después del desembarco en Normandía, viene a redimir psicológica y moralmente al protagonista, atormentado en su día por los acontecimientos bélicos de su juventud y por la enorme responsabilidad cargada en sus espaldas.
La sensación que se tiene ante el film es de admiración por el estadista biografiado, pero también la de una cierta superficialidad y la de una recargada solemnidad en busca de la magnificencia. La veneración hacia el legendiario premier británico, que no todo el mundo comparte, ha llevado a acentuar con el maquillaje su sufrimiento interior y su deterioro físico, obviando otros aspectos significativos de su trayectoria vital: joven militar, reportero de guerra, titular de varias carteras ministeriales —dimitido en la Gran Guerra, relevado a consecuencia de la gran crisis económica de 1929 y derrotado por los laboristas en 1945—, político visceralmente anti-comunista y escritor galardonado con el premio Novel de Literatura en 1953.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.