(3) REGRESO A MONTAUK, de Volker Schlöndorff.

TODO LO QUE IMPORTA
Volker Schlöndorff fue uno de los importantes cineastas que integraron el denominado Nuevo Cine Alemán, una auténtica renovación del lenguaje fílmico y libertad expresiva surgida bajo los auspicios del gobierno socialdemócrata de la RFA en los años 60 —Manifiesto de Oberhausen, 1962—, que propició la eclosión de relevantes autores como Wim Wenders, Werner Herzog, R. W. Fassbinder, Margharette von Trotta, Peter Fleischmann, Alexander Kluge, J.M. Straub, etc.
Regreso a Montauk es un relato que abarca un periodo de seis días y que narra la visita del escritor alemán Max Zorn a Nueva York para presentar su última novela, inspirada en Rebecca, una muchacha de la que se enamoró en su juventud y a la que reencuentra ahora en la gran ciudad. La idea inicial era adaptar un libro autobiográfico del suizo Max Frisch (1911-1991), a quien va dedicada la película, pero finalmente los guionistas Volker Schlöndorff y Colm Tóibín optaron por utilizar sus propias vivencias personales.
En la película adquieren especial importancia los monólogos —recuerdos y reflexiones— y se examinan sobre todo las relaciones del protagonista con las mujeres, concretamente con su amor juvenil idealizado (Rebecca) y con su actual esposa (Clara), que se distingue por su carácter comprensivo y tolerante. Esta es la película nº 23 que nos llega del realizador —un gran especialista en adaptaciones literarias— y destaca por su frialdad expresiva y una ausencia de emociones explícitas que algunos atribuyen a la falta de “química” entre los intérpretes principales y otros a la voluntaria eliminación de todo resorte romántico.
En Regreso a Montauk se aprecian concomitancias con los universos cinematográficos de Ingmar Bergman y de Michelangelo Antonioni, especialmente por su forma de abordar las relaciones de pareja. El film, desde luego, nada tiene que ver con las comedias neoyorquinas —vitalistas y alegres— de Woody Allen, a quien se cita expresamente. Su tono es más sombrío y melancólico, con alusiones a la rutinaria vida cotidiana, las insatisfacciones personales, la añoranza de los tiempos juveniles, el paso de los años, la fragilidad y muerte de los sentimientos, la función evocadora de los escenarios revisitados, etc. La lucidez y el pesimismo predominan en el terreno de las experiencias amorosas porque —se dice— la memoria suele sublimar los acontecimientos que sólo son convertidos en recuerdos despojados de objetividad. Véase la diferencia de personalidad entre la hermética Rebecca y la luminosa Clara. La conclusión es que no se pueden revivir los antiguos amores como si fueran nuevos, que cada relación es única e irrepetible, condenada fatalmente a la extinción.
En Max el texto escrito no se corresponde con lo realmente acontecido y la síntesis de una larga vida es que sólo cuentan dos aspectos esenciales: todo lo que hicimos mal y todo lo que no llegamos a hacer. A destacar la banda sonora con música de Max Richter y otros fragmentos entre los que reconocemos a Bob Dylan, Peter I. Tchaikovsky y Gustav Mahler.
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