(3) LA SEDUCCIÓN, de Sofia Coppola.

LAS BUENAS SAMARITANAS
De la novela A painted devil de Thomas Cullinan se hizo una magnífica adaptación a cargo de Donald Siegel —El seductor (1971)— con un reparto encabezado por Clint Eastwood, Geraldine Page y Elizabeth Hartman. Se estrenó en octubre de 1972, con algunos cortes de censura, en el cine Eslava de Valencia. En la reciente versión que nos llega de manos de Sofia Coppola (Nueva York, 1971) se ha cambiado una vez más el título original del film, ahora por La seducción, quizás porque el relato cinematográfico aparece en esta ocasión elaborado con la sutileza de un punto de vista femenino y no dominado por el tono algo tosco y prepotente del anterior.
La sexta película de la hija del famoso realizador de El padrino —destacables trabajos en Las vírgenes suicidas (1999) y en Lost in translation (2003)— respeta el argumento de la novela original: un soldado nordista herido es acogido en una residencia sureña para señoritas de Virginia en plena guerra de Secesión (1864). La complejidad del relato proviene de la distinta actitud de las mujeres —niñas, adolescentes y la directora— hacia el refugiado ya que todas pretenden “utilizar” a su manera al muchacho: unas como sustituto de un hermano mayor, otras como ocasión de aprendizaje en la coquetería y alguna como destinatario de sus reprimidos instintos eróticos. La tensión psicológica y sexual acaba estallando pero el esquema habitual se invierte: ellas son las depredadoras y él se convierte en víctima inocente. La competencia por “apropiarse” del macho acabará trágicamente después de efectuar la traumática amputación de una pierna —una castración simbólica—.
Galardonada con el premio a la mejor dirección en el festival de Cannes 2017, La seducción es un ejercicio dotado de sensibilidad con su ritmo pausado y una fotografía grabada al modo clásico sobre cinta de 35 mm., adecuada para lograr una ambientación intimista y apacible —colores crema, suave iluminación de interiores mediante velas, frondosa vegetación exterior, etc.— que permite a Colin Farrell, Nicole Kidman y Kirsten Dunst exteriorizar sus más íntimas pulsiones.
Sofia Coppola cuida los detalles de las escenas con una sensibilidad y una perspicacia netamente femeninas mientras el varón queda relegado a un segundo plano: el paso de la patrulla sudista es contemplado por ellas desde la ventana, el hombre como objeto pasivo, las visitas y atenciones de niñas y mujeres habituadas a disimular sus sentimientos, la púdica indecisión a la hora de bajar el calzoncillo para curar la herida, el proceso de “enamoramiento” y el despertar del deseo sexual, los celos y la venganza… hasta recuperar la normalidad.
El film presenta a las mujeres como rivales y cómplices a la vez, conviviendo en un inestable equilibrio entre la seducción y el juego, entre la búsqueda del placer y la supervivencia. Para algunos críticos, sin embargo, La seducción es una obra fallida porque le falta pasión y todo resulta demasiado frío y aséptico. El recuerdo de la vigorosa versión de Don Siegel es, desde luego, inevitable. Pero creo que Sofia Coppola ha optado por la contención, la elegancia y la sugerencia como formas expresivas para reflejar la refinada educación —que salta en mil pedazos— recibida por las jóvenes de clase alta terrateniente sureña a mitad del siglo XIX.
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