(3) EL INVIERNO, de Emiliano Torres.

BARRO Y SANGRE
Debut en el largometraje de Emiliano Torres (Buenos Aires, 1971), que cursó estudios de cine en la Universidad de la capital argentina, El invierno ganó justamente un par de premios en el festival de San Sebastián por la calidad de un relato austero y contenido que nos describe el oficio duro y temporal desempeñado en la zona austral del continente americano —de largos y gélidos inviernos, de hermosos atardeceres— por hombres que a la fatiga, el frío y la soledad deben añadir el despido o la jubilación al margen de perspectiva vital alguna.
En medio de vastos y espléndidos paisajes, siempre rodeados de cumbres nevadas, viven y trabajan en una estancia (rancho) criando rebaños de ovejas para obtener lana, leche y carne a cambio de salarios escasos y recortados. El caballo es su aliado; el lobo, su enemigo.
La remota Patagonia ya había sido retratada en filmes de Héctor Olivera, Carlos Sorín, Werner Herzog y otros, a veces con una intención metafórica, pero Emiliano Torres ha sabido ensamblar con pericia la ficción y el documental para hablarnos de supervivientes condenados al aislamiento y el silencio en una tierra desolada situada en el fin del mundo, condenados a una precaria situación familiar y sometidos a la explotación laboral y económica. La película, en definitiva, nos muestra la condición humana a través de personas colocadas en situaciones límite.
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