(3) CÉZANNE Y YO, de Danièle Thompson.

AMISTAD ENTRE ARTISTAS
La realizadora Danièle Thompson ha sorteado con acierto el peligro de idealizar a las figuras retratadas en este biopic sobre el pintor Paul Cézanne (1840-1906) y el literato Émile Zola (1839-1902), amigos desde la infancia transcurrida en Provenza, a quienes describe con sus defectos y contradicciones sin dejar de destacar por ello su enorme talento. La película aporta abundantes datos biográficos y apuntes sobre los rasgos psicológicos de los protagonistas, trazando un amplio panorama del ambiente cultural francés —el parisino, concretamente— del II Imperio y de la República en la segunda mitad del siglo XIX.
Paul Cézanne se aleja de su rica familia y se convierte en un pintor bohemio, egocéntrico, vanguardista e incomprendido que lamenta ser un fracasado al mismo tiempo que rechaza el conformismo burgués. Retirado de nuevo en la costa mediterránea, logra sin embargo —apoyado por su amigo Zola— participar en la Exposición de los Impresionistas (1874), artistas rechazados por la Academia, y sólo en los postreros años de su vida puede vender cuadros y muchas de sus obras acabarán ocupando las paredes de museos de todo el mundo.
Émile Zola, por el contrario, es un huérfano de padre italiano, ingeniero, y desempeña modestos oficios antes de entrar a trabajar en la editorial Hachette, empezando a publicar libros y a colaborar en periódicos que le proporcionan cierto renombre y medios para vivir holgadamente. Pero su carrera como novelista se estanca debido a sus ideas consideradas demasiado radicales y subversivas por la sociedad burguesa y su actitud en el “caso” Dreyfuss le vale la condena, el exilio y el rechazo de los sectores más conservadores, teniendo que moderar la expresión de sus ideas y pasando sus últimos años en soledad antes de morir accidentalmente a causa de la defectuosa combustión de una estufa.
Paul Cézanne ha sido calificado como post-impresionista, una puerta abierta a la modernidad del cubismo y el fauvismo: se inventaba colores no “realistas”, simplificaba los objetos y los paisajes con líneas y manchas de color que no imitaban sino que evocaban a los modelos originales, esquematizaba las imágenes hasta convertirlas en figuras geométricas… Más tarde fue considerado un artista clave para el futuro de la pintura.
Émile Zola fue un gran aficionado a las ciencias naturales (el darwinismo) y aplicó los métodos del positivismo —la observación y la comprobación de los fenómenos— a los relatos literarios inventando el término “naturalismo”, obsesionado en retratar fielmente no sólo los conflictos psicológicos sino especialmente los sociales, preocupado por la industrialización, los problemas laborales y la explotación de la clase obrera, temas y enfoques cuyos antecedentes había encontrado en Stendhal, Víctor Hugo, Flaubert, Balzac y Marx, sus fuentes de inspiración.
La película, que muestra muchos de los acontecimientos aquí reseñados, cuenta con una acertada ambientación —vestuario, interiores, calles, etc.— y con abundantes referencias al contexto artístico e intelectual del momento, con presencia o alusiones a Daudet, Maupassant, Manet, Pissarro y otros. Un film estimable realizado con pericia y honestidad.
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