(3) TOM DE FINLANDIA, de Dome Karukoski.

LA CULTURA GAY AL DESNUDO
Un interesante biopic sobre el dibujante homoerótico finlandés Touko Laaksonen (1920 – 1991), destacable especialmente porque logra atemperar la complacencia militante mediante la bonhomía del protagonista y los abundantes detalles de humor. El realizador Dome Karukoski —El gruñón (2014)— y los numerosos guionistas del film se han documentado bien para elaborar esta biografía que se inicia con el personaje retratado siendo oficial en la II Guerra Mundial, cuando su país se alió con la Alemania nazi contra la URSS y perdió algunos territorios tras la derrota. En la contienda, Touko compartió traumáticas experiencias bélicas con furtivos contactos homosexuales con los militares de su entorno.
Durante años hubo una fuerte persecución de los gays en Finlandia y Touko empezó a plasmar privadamente en papel sus fantasías sexuales para su propio placer, sin que su honorable familia llegara a conocer su vida secreta hasta después de su muerte. Sin salir oficialmente del armario, a finales de los años 50 logró vender algunos de sus dibujos en Berlín y en Estados Unidos, donde con el seudónimo Tom de Finlandia se hizo famoso en revistas especializadas y en determinados ambientes de la costa californiana (Los Ángeles), a donde viajó con frecuencia.
Su éxito y renombre en USA contribuyó a cambiar la estereotipada imagen de los homosexuales, mostrados hasta entonces como personas afeminadas y frágiles. Su reconocible iconografía —cuerpos musculosos, bigotes, gorras militares, cuero, botas y grandes penes— establecieron una nueva imagen, exhibicionista y desinhibida, del mundo gay. Iconografía que nos remite, por ejemplo, al universo de R. W. Fassbinder o de Freddy Mercury.
La aparición del virus de SIDA y la alarmante mortalidad sobrevenida llevaron a las autoridades estadounidenses a un recrudecimiento de la persecución y el colectivo homosexual tuvo que refugiarse en ghettos que no se libraron tampoco de las redadas policiales. El estallido de masivas protestas fue parejo a la reivindicación de sus derechos. Las leyes se hicieron más permisivas hasta el punto de tolerar la generalización de las fiestas del orgullo LGTB.
La película hace gala, como el protagonista, de un marcado apoliticismo al considerar la sexualidad únicamente como una fuente de placer individual, y también de dinero en el caso del dibujante, aunque algunos le acusaron de plasmar un erotismo que encubría posturas misóginas e incluso violentas. Sus defensores afirman, por el contrario, que el protagonista convirtió las estampas pornográficas —de finalidad masturbatoria— en una manifestación gráfica de arte al alcance de amplios sectores populares, abriendo el camino a la tolerancia y la normalización de tiempos posteriores.
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