(3) WONDER WOMAN, de Patty Jenkins.

LA PRINCESA DE THEMYSCIRA
Mi Mujer Maravilla tiene nombre y apellido: George Pérez. Pongámonos en situación… En 1988, cuando tenía 11 años de edad, entro con mi madre en un quiosco y por mi habitual buen comportamiento me regala un cómic de la mítica editorial Zinco. Se trata del nº 1 de Wonder Woman. En él se narra el origen mitológico de un personaje femenino dotado de increíbles poderes, una joven amazona que decide viajar al mundo de los hombres para luchar por la libertad y la justicia. Ya conocía anteriormente a Superman (John Byrne) y a Batman (Frank Miller, Mike W. Barr); en ese momento entraba en contacto con el tercer pilar del universo DC de la mano de un dibujante/guionista de cómics de ascendiencia puertorriqueña nacido en Nueva York, hoy considerado uno de los artistas gráficos más populares e influyentes de la década del 80.
No hace falta decir que aluciné con el susodicho tebeo. Pues bien. La Diana Prince de George Pérez es mi versión definitiva de Wonder Woman. La que tengo grabada a fuego en el fondo de mi corazón. Por supuesto, me crié disfrutando sus fantásticas aventuras. Años más tarde apreciaría su honda significación como icono feminista y su insólita rebeldía, alcanzando una modernidad insólita en el entonces tosco y viril mundo de los superhéroes.
No obstante, los orígenes de este emblemático personaje son muy anteriores. Creado durante la II Guerra Mundial por el psicólogo, teórico e inventor William Moulton Marston para la editorial DC Comics, su primera aparición se produce en la revista All Star Comics #8 (de diciembre de 1941). Pronto, su representación como una poderosa mujer liberada de antiguos roles sexuales la catapultó a la fama, llegando a protagonizar su propia cabecera y tratar en situación de igualdad al omnipresente dúo formado por el hombre de acero y el hombre murciélago. Pero además de las historietas, la princesa de Themyscira ha hecho apariciones en otros medios de comunicación, siendo ineludible citar la serie de TV Wonder Woman (1975-1979), protagonizada por Lynda Carter, así como series animadas como Super Amigos y Liga de la Justicia, incluyendo numerosos comeos en otras producciones audiovisuales.
Faltaba su traslación a la gran pantalla, y se ha hecho esperar. En esta ya larga tradición de adaptaciones cinematográficas de conocidos personajes de la viñeta, siendo el referente indiscutible aquel Superman (1978) de Richard Donner, nunca había sido protagonista de sus propias aventuras. El año pasado ya tuvo una aparición estelar en Batman /vs/ Superman: El amanecer de la Justicia (2016), a modo de prefacio, en la que logró brillar con luz propia en perjuicio del resto de la SantísimaTrinidad de DC Comics. Wonder Woman centra su atención, ahora sí, en el origen (fílmico) de esta valiente guerrera y su primera aventura en el mundo de los hombres, contextualizada en la Gran Guerra del primer cuarto del siglo XX.
¿Y qué puedo decir del resultado? Grosso modo, Wonder Woman aprueba con buena nota porque es una correcta adaptación al cine del personaje es cuestión, donde se percibe conocimientos previos de su formato original y un gran respeto por su esencia y su significado. Patty Jenkins confiere al film la épica que rodea a Wonder Woman y su mensaje reivindicativo, ese que impulsa a la mujer a tomar conciencia de su poder para transformar el mundo sin ser comparsa de nadie. Todo ello condimentado con un humor desenfadado propio de la mejor screwball comedy y sobretodo mucha acción, siendo espectaculares las escenas donde Diana Prince exhibe toda su fuerza y su destreza. Y la guinda del pastel, una Gal Gadot que aporta una reseñable presencia física a su personaje y una tridimensionalidad pocas veces vista en films de esta temática, sin caer en tópicos y clichés de género. Chris Pine es su partenaire masculino, encarnando a Steve Trevor, un espía aliado que intentará evitar la destrucción del mundo mediante una nueva arma mortífera recién descubierta por las Potencias Centrales.
En la película hay dos partes bien diferenciadas: un enorme prólogo, bello y luminoso, en el que se narra la crianza de Diana en la isla de Themyscira, conviviendo con sus compañeras amazonas mientras se curte como guerrera. La llegada del primer hombre a la isla impulsará a la heroína a participar en el conflicto bélico intentando detener a Ares, Dios de la Guerra, quien se encuentra maniobrando detrás del telón, en una segunda parte más oscura y “sucia” en la que la acción se traslada al continente europeo.
A medio camino estético y narrativo entre la tragedia shakespeariana de Thor (2011) y las hazañas bélicas de Capitán América: El primer vengador (2011), Wonder Woman logra salir airosa de grandes desafíos: que una película de superhéroes protagonizada por una mujer no es en absoluto un rollo; que una mujer puede dirigir este tipo de films con igual o superior capacidad; y que el llamado DC Extended Universe puede dar títulos destacables. Posiblemente esta entrega de la Mujer Maravilla haya salvado esta franquicia de su declive.
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