(4) MARAVILLOSA FAMILIA DE TOKIO, de Yôji Yamada.

DIVORCIO A LA JAPONESA
He de confesar que Yôji Yamada es uno de mis cineastas japoneses favoritos que permanecen aún en activo. Nacido en Osaka (1931), este veterano y multipremiado realizador se dio a conocer entre nosotros con una brillante trilogía histórica formada por El ocaso del samurái (2002), La espada oculta (2004) y Love and honor (2006); y después con unas entrañables crónicas cotidianas de la vida contemporánea en su país —Una familia de Tokio (2013) y La casa del tejado rojo (2014)— sobre las que revoloteaba el espíritu lírico del maestro Yasujiro Ozu, especialmente plasmado en su obra maestra Cuentos de Tokio (1953).
Maravillosa familia de Tokio es la película nº 82 del director nipón y desde luego tampoco olvida a Yasujiro Ozu, contando con los mismos actores y actrices que ya actuaban en la citada Una familia de Tokio, de la que es prolongación, acentuando ahora el tono de comedia. Este enfoque humorístico —novedoso para nosotros— que se ha dado a la tradicional historia familiar presenta ciertas peculiaridades en cuanto a su elaboración y recepción pues la comedia es un género fílmico de difícil elaboración que debe ensamblar el realismo de los personajes y los ambientes, para hacerlos reconocibles, y una necesaria estilización expresiva, con empleo de elementos muy codificados, destinada a transmitir al espectador ese clima amable y divertido que caracteriza a este tipo de relatos. Por otra parte, la comicidad —al contrario que el drama o la tragedia— tiene una dimensión muy localista y en cada país rigen fórmulas singulares para provocar la risa o la sonrisa.
En la película ahora estrenada hay una visión más moderna de la vida familiar de clase media, con los lógicos cambios sociales y nuevas costumbres que el paso del tiempo ha introducido pero manteniendo el entramado de los viejos sentimientos y rencillas siempre presentes en las relaciones entre padres, hijos y nietos. Momento crucial del film es cuando en la rutina del matrimonio de ancianos, tras 45 años de apacible convivencia, se introduce la inesperada y traumática petición de divorcio hecha por la esposa, precisamente en la fiesta de su cumpleaños. El marido es un viejo egoísta, gruñón y bebedor, nada dispuesto a exteriorizar el amor que, de hecho, siente por su mujer. Pero aprenderá la lección. Y sus hijos e hijas aprovecharán la ocasión para manifestar sus respectivas quejas y frustraciones aunque en el fondo todos deseen que no se rompa la apacible y hogareña relación de sus padres.
Una vez más, Yôji Yamada nos ofrece un relato clásico, elegante, sencillo pero profundo y tremendamente humano que conquista nuestra atención y nuestra complicidad. Los personajes están sólidamente construidos gracias a una magnífica labor interpretativa que es fruto, sin duda, de una experta dirección de actores.
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