(2) BAJO EL SOL, de Dalibor Matanic.

RENCORES DE GUERRA
De los ocho largometrajes realizados por el croata Dalibor Matanic, Bajo el sol es el primero que se estrena en nuestras pantallas y llega aureolado por el Premio Especial del jurado de Cannes —sección Un certain regard—. Pese a ello y a las buenas críticas recibidas no he podido evitar sentir una cierta decepción porque siempre hay que juzgar los resultados y no sólo las buenas intenciones. El film es un relato pacifista que rechaza la violencia y el odio para proponer el amor y la tolerancia, un mensaje moral y político muy hermoso si se hubiera encontrado el estilo más adecuado para expresar estas ideas y sentimientos.
Bajo el sol aborda la guerra civil entre Serbia y Croacia mediante tres episodios, engarzados de forma continuada, sobre las relaciones de sendas parejas, con muchachos y chicas de distinta nacionalidad y situados en una zona fronteriza, cuyos sentimientos amorosos se ven machacados por las adversas circunstancias bélicas. En 1991 asistimos a los primeros choques armados, en 2001 a las dificultades de una paz perturbada por sangrientos sucesos presentes en la memoria y en 2011 a la modernidad de una juventud que busca en los ligues, la discoteca, la droga y la desmembración familiar la forma de olvidar el pasado. El mismo actor e idéntica actriz protagonizan los tres episodios.
Esta película es la primera de un ciclo titulado The sun trilogy, un proyecto destinado a superar el partidismo militante de otras propuestas —ver Underground (1995), del serbio Emir Kusturica— para alcanzar una objetividad que desarrolle un punto de vista más amplio y sin prejuicios. Pero los 123 minutos del film me han parecido eternos, reiterativos, empantanados y conceptualmente pobres. El error estriba, a mi parecer, no en lo que se narra —situaciones, paisajes, diálogos, emociones— sino en la forma de hacerlo a través de un rebuscado esteticismo —composición plástica de los planos, contraluces, zonas iluminadas, sombras, ritmo sin fluidez, progresión estancada, etc.— ajeno a toda funcionalidad narrativa y expresiva. A esto los franceses lo llamaron qualité.
Soy consciente de que todo juicio crítico es subjetivo pero en esta película he visto demasiado artificio y redundancia, una pretenciosa pose de “autor” incapaz de compensar la escasez de ideas, lo cual no significa que deje de estimar la condena de la guerra hecha por el realizador, cuya cámara capta también algunos fragmentos documentales mostrando la persistente devastación de muchos edificios que el conflicto armado provocó en aquellas tierras a modo de una huella de lenta y difícil cicatrización.
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