(4) EL HIJO DE JEAN, de Philippe Lioret.

ENCONTRAR AL PADRE
Del realizador Philippe Lioret (París, 1955) tenía unas buenas referencias que se han confirmado, con creces, en esta adaptación —muy libre y personal— de una novela de Jean-Paul Dubois, que el cineasta ha tenido que ajustar a las particulares exigencias del lenguaje audiovisual, además de confesar que se ha sentido íntimamente implicado en la historia que cuenta la película debido a la gran importancia que concede a la familia —o a su ausencia— en la vida de todo ser humano.
El hijo de Jean relata la peripecia física y afectiva de Mathieu, un joven francés de 33 años que nunca ha conocido a su padre pues, según le dijo su ya fallecida madre, él fue el fruto de una sola noche de pasión. Pero desde Montreal (Canadá) recibe la noticia de que su progenitor ha muerto y que un amigo suyo quiere entregarle lo único que le ha dejado en herencia: una caja que contiene un pequeño pero valioso cuadro del siglo XIX. El muchacho, intrigado, decide viajar a Québec para conocer a su nueva familia. Pero una gran sorpresa la espera pues todo resulta ser consecuencia de un elaborado plan y él es acogido de forma un tanto extraña, con ciertas reservas.
Excelente film, rodado en su mayor parte en tierras canadienses, lo que ha permitido mostrar bellos paisajes. Relato emotivo, repleto de resortes afectivos pero sin caer nunca en el melodrama sensiblero gracias a una sobriedad y sutileza expresivas logradas con una admirable precisión narrativa lograda mediante una dirección perfecta, con un riguroso y funcional empleo de la planificación, el montaje, el ritmo, la interpretación, los diálogos, etc.
Destaca la presencia del protagonista, encarnado por el actor Pierre Deladonchamps, elegido para el papel por su rostro de rasgos algo infantiles y por su mirada limpia e ingenua.
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