(3) DAVID LYNCH: THE ART OF LIFE, de Jon Nguyen, Rick Barnes y Olivia Neergaard-Holm.

UN UNIVERSO INQUIETANTE
Un documental imprescindible para los amantes del cine de David Lynch aunque igual de turbador y distante para quienes salen desconcertados tras ver sus películas. Este film es una autobiografía, narrada por el propio Lynch aunque rodada y montada por otros cineastas, que revive su errante infancia y primera juventud en Idaho, Filadelfia y Los Ángeles, cuando quedó fascinado por el trabajo del pintor Bushell Keeler —padre de un amigo—, decidió dedicarse a la creación artística encerrado en su estudio y, finalmente, recibió clases en el American Film Institute (California) donde, entre 1972 y 1976, fue filmando la película que constituiría su debut profesional como director de cine: Eraserhead – Cabeza borradora (1977), estrenada en el cine Xerea de Valencia en mayo de 1982.
En este documental hay aportación de materiales de diversas características —dibujos, cuadros, objetos, fotografías, films domésticos, cortometrajes— y desde luego sirve perfectamente para comprender mejor la hermética y extraña personalidad del autor, responsable de títulos cinematográficos tan singulares como El hombre elefante (1980), Dune (1984), Terciopelo azul (1986), Carretera perdida (1997), Mulholland drive (2001), etc., en los que lo cotidiano se convierte en horroroso gracias a la constante y determinante presencia de variadas obsesiones, alucinaciones y pesadillas.
La obra pictórica de David Lynch —oscura, misteriosa, inquietante, experimental— nos conduce tanto a la de Francis Bacon como a la de los “informalistas” que utilizan elementos matéricos integrados en sus lienzos —Tàpies, Saura, etc.—, con absoluto predominio del color negro más algunos toques de rojo. En Valencia se expusieron cuadros y fotografías de David Lynch en mayo-junio de 1992 —Sala Parpalló y Palau dels Scala—, una muestra que no complació al crítico que la comentó bajo seudónimo en las páginas de la cartelera Turia. Porque nos encontramos ante un artista y cineasta polémico, un autor que no a todos complace. La película ahora estrenada centra su especial atención en su intimidad, en sus impulsos creativos, aunque sus confesiones presenten algunas lagunas —alusiones a una adolescencia “descarriada”, quizás por el sexo, el alcohol y las drogas—, su temprano matrimonio y sus hijos, su divorcio y su niña de 5 años a la que va dedicado el documental David Lynch: The Art of Life.
Una trayectoria artística, pues, ligada a lo lúgubre, lo fantástico-terrorífico, lo underground, la improvisación amateur, lo experimental, el surrealismo y el expresionismo… todo demasiado “raro” para espectadores que buscan la seguridad de lo racional y de lo unívoco, sin que les falte la razón cuando afirman que Lynch es, seguramente, un ejemplar humano predestinado a ser objeto de estudio en el diván de psicoanalistas, lo mismo al parecer que su equivalente fílmico David Cronenberg.
En esta película se puede apreciar la gran influencia de algunas de las personas que Lynch conoció y trató a lo largo de su vida y que condicionaron su especial modo de ver las cosas. Y es que, según él mismo ha declarado, el peso del pasado (a veces inconsciente) ha influido poderosamente en su obra del presente, dando forma y color las vivencias y sensaciones pretéritas a las acciones y sentimientos del presente.
Leave a reply
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.