(3) BELLA DUMIENTE, de Adolfo Arrieta.

NUEVO ENFOQUE DEL CUENTO TRADICIONAL
Adolfo Arrieta (Madrid, 1942) es un pintor y cineasta de precoz carrera que es prácticamente desconocido en España tanto por el carácter independiente, “maldito” y experimental de sus películas como por haberse instalado en Francia —como Ado Arrietta— después de una considerable producción de filmes marginales en los años 60 y 70: El crimen de la Pirindola (1965), El juguete criminal (1969), El castillo de Pointilly (1972), El bombero (1978), etc., que fueron emitidos por TVE el año 1992.
Bella durmiente (2016), la realización nº 15 de Arrieta, obedece a una nueva lectura del popular cuento de Charles Perrault —en su reformada versión anglosajona de 1920—, cuyos antecedentes en cine serían el clásico y almibarado film de dibujos animados (Walt Disney, 1959) y la recreación soviética para la gran pantalla del ballet de P. I. Tchaikovsky llevada a cabo en 1969 por Apolinari Dudkó y Konstantine Sergueiev.
En esta ocasión, en el reino de Letonia un joven príncipe se entretiene tocando la batería y es impulsado por un hada a ir a rescatar a una princesa que yace dormida víctima del hechizo de una malvada bruja en el misterioso reino de Kuentz, en un viejo castillo rodeado de un bosque infranqueable. Han pasado cien años (1900-2000) y el joven logrará su propósito pese a la oposición de su padre el rey.
Una realización tan sencilla como ingenua, presentada sin complicadas elucubraciones semánticas ni psicoanalíticas y también sin sofisticados artilugios técnicos ni complejos efectos especiales, convierten la vieja leyenda popular en un delicioso relato dominado por la imaginación, el talento, los anacronismos, la dilatación del tiempo y una especial sensibilidad que emplea la fantasía de un modo natural y cotidiano, dando como resultado una narración aureolada por un sugestivo toque poético.
Todo un mundo inmovilizado, congelado largos años, cobra repentina vida tras el beso de la pareja protagonista, creando un clima mágico que nos empuja a evocar determinados filmes de Jean Cocteau, René Clair y Jean Vigo sin olvidar el Brigadoon de Vincente Minnelli (1954). Bella durmiente es una modesta producción, hecha con limitados medios, en la que se percibe todavía la pervivencia de lo artesanal en algunos de sus métodos creativos así como el peso del Surrealismo y de los sueños.
La interpretación de los actores —Matthieu Amalric entre ellos— no es “psicologista” sino centrada en los movimientos corporales y las piezas musicales que se escuchan en la banda sonora son originales y dotadas de modernos ritmos bailables. El erotismo en esta historia siempre está sugerido, nunca explícito, como es habitual en todos los relatos de corte romántico.
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